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domingo, 15 de agosto de 2010

Acusan a directora del penal El Llano de torturar a presos

Enfundada en traje negro de cuero y con pasamontañas, la directora del penal varonil El Llano, en Aguascalientes, María del Socorro Gaspar Rivera, recorre ocasionalmente durante las madrugadas las celdas de los internos y elige a algunos al azar para torturarlos, denunciaron reclusos de ese penal ante la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos (CMDPDH).




Los testimonios con los que cuenta la ONG (de los que se tiene copia) señalan que desde que asumió el cargo, en marzo de 2010, Gaspar Rivera limitó e inclusive eliminó algunos de los derechos de los presos, y ha incurrido en actos crueles, degradantes y torturas.



Ante las irregularidades, la Organización Mundial contra la Tortura (OMCT) envió un comunicado al titular de la PGR, Arturo Chávez Chávez; al gobernador estatal, Luis Armando Reynoso Femat, y a otros funcionarios de ambos niveles de gobierno, en el que manifestó su preocupación por los hechos.



“La OMCT ha conocido que malos tratos y torturas se presentan desde marzo del presente año, cuando Gaspar Rivera asumió la dirección del mencionado centro. Se ha denunciado que, por ejemplo, la directora –acompañada de algunos guardias–, vestida con disfraz negro y pasamontañas recorre las celdas entre las 3 y 5 horas y elige al azar a algunos reclusos para torturarlos con un aparato que emite descargas eléctricas.”



El organismo internacional exige a las “más altas” autoridades federales y estatales investigar estas denuncias, sancionar penalmente a los responsables y garantizar la seguridad de los reclusos, en especial la de tres colombianos que son los principales denunciantes.



Los hechos trascendieron por una carta redactada por el colombiano Jaime Román Saavedra Vélez, dirigida al embajador de su país en México, Luis Camilo Osorio Isaza, fechada el 21 de julio pasado. En ella denuncia que su compatriota Manuel Tiberio Bravo fue víctima de torturas y aislamiento en el penal.



Organizaciones estatales hicieron llegar la queja a la CM-DPDH, agrupación que se hizo cargo del caso. Nancy López Pérez, abogada del área de defensa de la ONG, detalló que al menos en dos ocasiones las autoridades del penal han torturado a Tiberio Bravo.



La primera fue el 14 de julio, tras negarse a hacerse una prueba de orina. “Lo golpearon y patearon, le colocaron una bolsa de plástico en la cabeza para asfixiarlo, recibió puñetazos en las costillas, le propinaron descargas eléctricas en los genitales, cuyas cicatrices aún presenta, y fue aislado varios días”.

Una semana después, volvió a ser víctima de la violencia: en esta ocasión porque querían que confesara quién vendía droga en la cárcel.



La abogada señaló que Saavedra Vélez y Jhon Mario Villarreal Santillana (otro colombiano recluido en el lugar) recibieron amenazas de muerte por la carta de denuncia.



En un escrito dirigido al director de la CMDPDH, Juan Carlos Gutiérrez, 59 internos de El Llano denuncian los actos de tortura de Gaspar Rivera. Además, advierten que les han limitado algunos derechos, pues se prohíbe el ingreso de los abogados de los reclusos con el argumento de que los ya sentenciados “no requieren de defensa”, a pesar de que muchos buscan preliberaciones o no han agotado los amparos.



Agregan que fueron canceladas las llamadas telefónicas a familiares –pagadas por los internos–, que se realizaban entre las 7 y las 9 de la noche; se limitó la visita familiar; se modificaron los horarios de la visita conyugal y se disminuyó su duración; se redujo la cantidad y calidad de los alimentos, además que se destruyeron todas las áreas verdes “para que se jodan y vean gris”.



Estas modificaciones contravienen las reglas mínimas para el tratamiento de los reclusos establecidas por la ONU, las cuales deben ser acatadas por los estados miembros de la organización, señalaron OMCT y CMDPDH.



Protocolo de Estambul



Nancy López solicitó no desestimar las acusaciones de los reclusos y que los hechos sean investigados. Pidió la aplicación del Protocolo de Estambul –exámenes médicos y sicológicos con los que se comprueba si una persona fue víctima de tortura. Informó que un expediente del caso ya se envió a la Relatoría contra la Tortura de la ONU.



La Comisión Estatal de Derechos Humanos solicitó a las autoridades penitenciarias de Aguascalientes que se otorguen medidas cautelares en favor de los colombianos para garantizar su integridad, que se aplique el Protocolo de Estambul y que cesen a Armando Camacho Velázquez, Eduardo Ramos Uvario y al comandante Felipe Blandón Hernández, colaboradores en el penal, “a efecto de que no tengan trato alguno con el reclamante, los testigos y sus familias”.

Aldeano, que la SRE respondiera a dichos de Castro sobre AMLO, señala Muñoz Ledo

Porfirio Muñoz Ledo consideró ayer como “un gesto aldeano, inamistoso y antidemocrático” que la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) haya respondido a los señalamientos de Fidel Castro en torno a que el perredista Andrés Manuel López Obrador ganó los comicios presidenciales de 2006, pero “el imperio” no le permitió asumir el poder, y que hubo un complot para detener su avance electoral.




Actual diputado del Partido del Trabajo, resaltó que por instrucción del jefe del Ejecutivo la cancillería está actuando fuera de toda tradición diplomática, y que Calderón hizo mal en ordenar a esta dependencia que interviniera en el tema, porque no se trata de un acto oficial.



Puntualizó que la respuesta a Castro debió provenir de algún dirigente de la derecha, pero no de la SRE, que no está para contradecir a quien desde su propia convicción se expresa con libertad y fuera de las ataduras de la función pública.



Subrayó que con su declaración, la cancillería evidencia que no acaba de entender que una cosa es Fidel Castro y otra el gobierno de Cuba, por lo menos en la formalidad; destacó que en diplomacia la forma es fondo, y puso como ejemplo que Relaciones Exteriores puede responder a señalamientos del gobierno de Sudáfrica, pero no criticar declaraciones de Nelson Mandela.



El viernes por la noche, la SRE emitió un comunicado en el que acusó al líder revolucionario de pretender descalificar las instituciones mexicanas al hacerse eco de afirmaciones sin sustento sobre el país. De igual manera, hizo votos para que el pueblo de Cuba pueda acudir a elecciones libres para designar a sus representantes y manifestó su interés en fortalecer las relaciones con el pueblo y las autoridades del país caribeño.

Con una larga trayectoria política y diplomática, Muñoz Ledo calificó la respuesta de la SRE como contradictoria, pues por una parte le habla a Castro y por otra al gobierno. Además –dijo–, es contrastante, porque quienes dicen hacer votos para que los cubanos puedan votar en libertad, al mismo tiempo buscan coartar la libertad de expresión de un gran personaje.



En entrevista con este diario, emplazó a la cancillería a presentar los elementos con que cuenta para decir que en Cuba no hay elecciones libres, pues “no puede andar con bravatas”.



Agregó que con sus señalamientos sobre el sistema político cubano, la SRE rompió un acuerdo que había entre los dos países de respetar sus regímenes mutuamente.



De hecho, refirió que la normalización de las relaciones diplomáticas se hizo sobre el supuesto de que México ya no seguiría votando contra Cuba en Naciones Unidas y que habría respeto al sistema político. Ahora la cancillería dice que quiere mejores relaciones con la isla, pero toca el punto medular en el cual los cubanos nos han pedido abstención.



Por lo demás, calificó como ridícula la afirmación de la dependencia mexicana en torno a que Castro se hace eco de afirmaciones sin sustento, pues hay una biblioteca entera que prueba los señalamientos del líder revolucionario. Por intereses diplomáticos, ambas naciones reconocieron a Felipe Calderón como presidente de México, pero en el mundo hay muchos dirigentes y autoridades políticas que han dicho que los comicios de 2006 fueron fraudulentos.

Cunde el mal en el país por obra del diablo, según cura experto

Obispos reunidos en la Basílica de Guadalupe en ocasión de la misa de apertura de una asamblea ordinaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano; imagen de archivo.

Ante la situación de violencia que vive México, en la que cada vez hay “más asesinatos, ejecuciones realizadas por los narcotraficantes y crímenes atroces”, no cabe duda de que “el mal está cundiendo”, señaló Pedro Mendoza Pantoja, coordinador de exorcistas de la arquidiócesis de México, quien aseguró que todo esto es “obra del diablo, aunque no en el campo de la posesión demoniaca, pero sí en el de la tentación”.



En entrevista al comienzo del Congreso de Exorcistas y Auxiliares 2010 y del Curso Básico para Exorcistas, el cura señaló que cuando “hay pérdida de valores, de sentimientos, de respeto al ser humano y de fe, y se cae en prácticas esotéricas y mágicas, se abren las puertas al diablo”, el cual está ávido “de meter su cola e influenciar a las personas”.



No obstante, Mendoza Pantoja llamó a no endilgar todas las malas obras de los seres humanos, los pecados, a la acción directa del demonio, porque, dijo, finalmente es el hombre “el que se deja engañar y cae”, el que sucumbe a las tentaciones, por más que es libre de elegir.



El también sicólogo y médico naturista precisó que en un ambiente en el que prevalece el mal es necesario no sólo “reavivar la fe en Cristo”, sino asimismo contar con más sacerdotes que se dediquen al ministerio de la liberación, y en este sentido criticó que pese a las evidencias claras de que el mal existe haya jerarcas religiosos que pongan en duda su existencia.



“Si un obispo es incrédulo de la existencia del diablo no pondrá interés en este ministerio. Es importante que ellos se interesen, y ahora que daremos un curso que es único en su tipo –pues no ha habido uno así en el mundo–, es abierto a seminaristas, diáconos, laicos organizados, sacerdotes y feligreses, tienen la oportunidad de enviar a su gente”.

Precisó que no sólo en México existe poco interés por su especialidad y señaló que esto también radica en que hay “desconocimiento” de la tarea y en que ha permeado en el clero la “corriente racionalista que niega la existencia del diablo”.



Mendoza Pantoja llamó también a no dejarse tentar por ese ser maligno porque “el diablo hace favores, pero después cobra impuestos, y caros”, y subrayó que hay que estar atentos pues el demonio “se aprovecha” de muchas situaciones, por ejemplo de la desintegración familiar, del ansia de poder y de dinero, entre otras situaciones.



Asimismo indicó que la mayor parte de las veces lo que hay es sólo una influencia demoniaca, no una posesión; estas últimas son muy escasas.



Refirió que en los más de 10 años que lleva como exorcista cree no haber estado ante ninguna posesión real, sino sólo manifestaciones de problemas sicológicos o “histerias”. La literatura religiosa refiere que sólo una de cada 10 mil situaciones que se presentan como posesiones, realmente lo es.



Mendoza Pantoja insistió en la importancia de tener fe en Dios y a su juicio “la principal tarea del exorcista no es tanto sacar al diablo, porque si metemos a Cristo, él es el que le da la patada y lo saca”.

Los salarios sufren el doble de carga fiscal que el capital

Se mantiene el desequilibrio entre lo que pagan las rentas de trabajo y el ahorro
Una crítica habitual de los expertos que defienden una política fiscal alternativa es el llamativo desequilibrio que existe en la tributación de las ingresos del trabajo y en los obtenidos por los rendimientos del capital, donde se incluyen, por ejemplo, las plusvalías por la venta de un inmueble o de unas acciones, los dividendos obtenidos o los intereses bancarios. En los países europeos, los salarios están más gravados por los impuestos que las rentas del capital; y hasta hace bien poco, la competencia por atraer capitales, o por evitar su salida, ha generado una espiral a la baja en este terreno.




Según las estadísticas de la Comisión Europea, la carga fiscal que soportan las rentas de capital, medida en comparación con el PIB, es prácticamente la mitad que la que tienen las rentas del trabajo: el 8,6% frente al 16,7%, según los últimos datos elaborados por Bruselas, referidos a 2008. Esta relación se ha mantenido prácticamente estable en los últimos 15 años, salvo en un breve periodo entre 2005 y 2006, en que la presión fiscal sobre el capital alcanzó los dos dígitos, al calor de los importantes rendimientos que generaron en aquellas fechas las numerosas transacciones vinculadas al sector inmobiliario.

La última reforma del IRPF adoptó el modelo dual de los países nórdicos


La última reforma del IRPF, que entró en vigor en 2007, siguió esta tendencia, adoptando un modelo fiscal extendido entre algunos países nórdicos del impuesto dual, esto es, un tratamiento claramente diferenciado para los ingresos del trabajo (gravados con hasta un 43%) y los del capital, que soportaban un tipo único del 18%. Se daba, así, el caso de que una persona que obtuviera unas plusvalías de 17.000 euros por la venta de un piso pagaba menos, el 18%, que un asalariado con esos mismo ingresos anuales, gravados con el 24%.




Esta situación se ha corregido relativamente en este ejercicio, con la elevación de la tributación de la renta del ahorro, a la que, además, se le ha introducido una cierta progresividad: los rendimientos hasta 6.000 euros soportan un tipo del 19%; y a partir de esa cantidad el gravamen pasa al 21%.



Algunos medios apuntan que el Gobierno baraja dar otra vuelta de tuerca en este ámbito de cara a 2011, elevando los tipos o introduciendo otro tramo de gravamen, en su anunciada decisión de elevar los impuestos para las rentas más elevadas.

La UE critica las reformas de los años del 'boom'

La Comisión Europea censura las "infundadas" bajadas de impuestos aprobadas entre 1995 y 2007 y los incentivos a la vivienda, que alentaron la burbuja

La crisis ha dejado a España con un considerable agujero en sus cuentas públicas que va a tener que remendar con duras políticas de ajuste fiscal. Parte de los males actuales (un déficit del 11,2% del PIB en 2009 que ha disparado el volumen de deuda pública) se deben al desplome de los ingresos fiscales provocado por la caída de la actividad y el estallido de la burbuja inmobiliaria, y, también, por las medidas anticrisis para intentar frenar la sangría en el empleo. Pero, como dice el refrán, se recoge lo que se siembra.




Un reciente informe de la Comisión Europea sobre Finanzas Públicas en la Unión Económica y Monetaria en 2010 apunta que la política fiscal desarrollada en la "excepcionalmente larga" expansión económica de España (entre 1995 y 2006) fue errónea y ha contribuido a la maltrecha situación actual de las cuentas públicas.

Combinación
En esos años, el PIB español creció a una media anual del 3,7% y los ingresos fiscales pasaron de representar el 32,7% del PIB, en 1995, a más del 37%, en 2007. Todo ello, gracias a una sencilla combinación: crédito fácil (gracias a los bajos tipos de interés), explosión demográfica (derivada de la inmigración) y una apuesta decidida por el sector inmobiliario como motor de la economía, convenientemente incentivada por las autoridades. "El tratamiento fiscal de la vivienda en España favoreció la compra de casas en detrimento de otras alternativas de inversión", señala el informe.




La fórmula funcionó con las vacas gordas: la recaudación fiscal llegó a crecer por encima de los dos dígitos (en 2005, aumentó un 15%) pese a que no hubo subidas de impuestos: al contrario. El problema es que, como señala el informe de Bruselas, el 75% del incremento de los ingresos fiscales obtenidos esos años era de naturaleza transitoria y claramente vinculado a un boom inmobiliario insostenible.

Menos presión
 
En sus respectivas etapas en el gobierno, los dos grandes partidos, especialmente el PP, apostaron por reducir la presión fiscal sobre ciudadanos y empresas, pese a que esta era, y es, inferior a la media europea. Entre 1995 y 2008, el tipo máximo del IRPF ha pasado del 56% al actual 43%, después de las tres rebajas aprobadas por el PP y la que luego adoptó el primer Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, entonces convencido de que "bajar impuestos es de izquierdas".







Esos recortes "infundados" y "muy difíciles de revertir en tiempos de dificultades", como subraya el informe de la Comisión, "no parecen haber tenido en cuenta" el carácter transitorio de esos ingresos extra. Además, vinieron acompañados de un buen número de deducciones (por ejemplo, a vivienda, que alentaron el boom inmobiliario) y de otros incentivos y rebajas, cuyo colofón fue la supresión del Impuesto de Patrimonio, ya en 2008. Todo ello sumado a rebajas de la tributación que soportan las rentas del capital (plusvalías, dividendos e intereses).






El estudio señala que esos recortes no se vieron compensados por un aumento de la imposición indirecta. Las subidas de los impuestos especiales fueron limitadas, y el IVA, pese a la subida de julio, sigue siendo inferior a la media europea.






La crítica del informe se resume en la no aplicación de políticas anticíclicas para capear los malos tiempos, una decisión que, como explica Alberto Montero, profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Málaga, es "fácil" de adoptar en tiempos de crisis, pero no tanto en épocas de bonanza.






No obstante, este experto critica a la Comisión Europea por su "cinismo" al criticar unas políticas que se ha encargado de incentivar: "Su discurso ha sido siempre el de elevar la renta disponible para el consumidor vía reducciones de impuestos".

Las empresas apenas pagan impuestos por sus beneficios

Un estudio interno de la Agencia Tributaria revela que la tributación fiscal efectiva es el 10%, un tercio del tipo nominal del Impuesto sobre Sociedades, y que se ha reducido a la mitad en los tres últimos años.



La continuada caída de la recaudación en el Impuesto sobre Sociedades ha provocado que se analice en detalle cómo están tributando las empresas. Y el resultado, aunque esperado, no ha dejado de sorprender. El tipo nominal del Impuesto sobre Sociedades es el 30% (25% para las pymes), pero las exenciones y deducciones de que gozan las empresas hacen que el tipo efectivo lo que realmente pagan sobre sus beneficios no supere el 10% de media, según un análisis interno de la Agencia Tributaria.

Esto quiere decir que, por un resultado contable positivo de 163.678 millones de euros por el ejercicio 2009, la base imponible se reduce a 90.900 millones y la cuota a pagar por el Impuesto sobre Sociedades de esas empresas se sitúa en poco más de 16.000 millones.



El tipo efectivo sobre beneficios era del 19,9% en el año 2006


Y todo, o casi todo, dentro de lo que permite la normativa fiscal española, que lleva a que las empresas paguen la tercera parte de lo que el tipo teórico del impuesto indica. Mientras había bonanza económica no preocupaba, pero la crisis y la falta de recursos públicos ha hecho que cada vez se levanten más voces críticas con el diseño del tributo.




Normalmente, el tipo efectivo que se utiliza públicamente es el calculado sobre la base imponible. Si se hace sobre la base imponible, el tipo efectivo es el 18% y no el 10%, pero para saber de verdad cuánto se paga por los beneficios obtenidos es más correcto calcular el tipo efectivo sobre el resultado contable positivo. Si se hace sobre la base imponible, se impide conocer el efecto de rebaja fiscal que tienen las exenciones y compensaciones previas a la cuantificación de la base imponible.



La recaudación de Sociedades ha caído a menos de la mitad entre 2007 y 2009. A la rebaja del tipo nominal del impuesto (del 35% al 30% como tipo general y al 25% para pymes) se sumó la crisis económica y la consiguiente reducción de los beneficios empresariales, pero la pérdida de recaudación ha sido más aguda que la propia caída de beneficios.





La recaudación por Sociedades cayó un 39% en 2008 y un 26% en 2009En 2008, cuando se declaró por el ejercicio 2007 en el que se registraron beneficios récord, la recaudación por Sociedades cayó un 39%. En 2009 se sumó otro descenso (del 26,1%), y en lo que va de 2010 sufre una disminución del 18,2%. En los últimos diez años, debido a las modificaciones normativas, el tipo efectivo sobre beneficios empresariales ha disminuido a menos de la mitad: era el 22,8% en 1999 y ha caído al 10% en 2009. Esa reducción se ha concentrado en los últimos tres años, cuando ha bajado del 19,9% de 2006 al ya citado 10%.






"La caída de más del 60% de la recaudación en Sociedades es inexplicable. Hay demasiados beneficios fiscales", señala Francisco de la Torre, portavoz y secretario general de la Organización Profesional de Inspectores de Hacienda.






Son las exenciones y las deducciones de las que se benefician principalmente las grandes empresas las que provocan esa baja imposición real, aunque no hay que descartar otros factores. "El Impuesto sobre Sociedades está muy poco controlado y no se inspecciona, sobre todo a las pequeñas empresas. La mayoría no paga casi nada por este impuesto. El 70% de la cuota lo aportan entre poco más de 1.500 grandes empresas. Además, permite a empresarios individuales eludir el IRPF y cargar gastos personales como si fueran empresariales", afirma Ignacio Zubiri, catedrático de Hacienda de la Universidad del País Vasco.


Reforma fiscal

 
"Una reforma en serio de Sociedades afectaría de forma más importante a las grandes fortunas"


Del análisis detallado del impuesto surgieron varias voces dentro del Ministerio de Hacienda reclamando una revisión de las deducciones y exenciones fiscales en Sociedades. Las grandes empresas son las más beneficiadas por estos incentivos que, sin embargo, no son nada eficientes según explica Ignacio Zubiri: "Hay multitud de incentivos más que cuestionables en el impuesto. Habría que quitar la mayoría o reducirlos y tener sólo deducciones técnicas como la de doble imposición. Pero las que se plantean para incentivar el empleo o la inversión son caras y no son efectivas porque nadie va a invertir en una coyuntura económica mala por un incentivo fiscal y si lo hace, peor, porque si una inversión necesita un incentivo fiscal para ser rentable es una mala inversión".




"¿Nos lo podemos permitir?", se pregunta Francisco de la Torre. Con las deducciones y exenciones que se aprobaron para estimular a las empresas españolas a instalarse fuera "sale más a cuenta invertir en el exterior que aquí y se están creando los empleos fuera", señala De la Torre. "Es mejor ir al modelo de Irlanda, que tiene un tipo impositivo del 12,5%, pero al menos lo exhibes y atraes inversiones. Se puede bajar el tipo del impuesto a cambio de suprimir deducciones", concluye.



Y una última consecuencia a tener en cuenta: "Una reforma en serio de Sociedades afectaría de forma más importante a las grandes fortunas y a las rentas altas que subir el tipo marginal del IRPF", según el portavoz de los inspectores de Hacienda.

Fomentar el endeudamiento
 
Las empresas españolas han salido masivamente al exterior porque se les ha dado un gran beneficio. Si sale al exterior y sufre pérdidas, la empresa se lo deduce; y si obtiene ganancias a través de una filial que tributa allí, trae los dividendos exentos. Por eso, si las empresas del Ibex recuperan beneficios, pero lo logran fundamentalmente por su actividad en el exterior, como ocurre con Banco Santander o Telefónica, no repercutirá en las arcas del Estado español. A eso se añade que, si la empresa se endeuda para hacer esa inversión en el exterior mediante un préstamo que solicita la matriz española, los gastos financieros de ese préstamo se los deduce en la declaración de impuestos en España. De esta manera, se reduce la base imponible aunque se batan récord de resultados. Con esta deducción se fomenta el endeudamiento empresarial, según expertos consultados, porque nadie se plantea utilizar su propio capital. Se trata de un apalancamiento fomentado fiscalmente cuando uno de los primeros problemas de la economía española es la elevada deuda privada .

H I R O S H I M A

El día 5 de agosto de 1945, en la base de Tiniaii, una isla de las Marianas a 200 km. de Guam, una tripulación de B-29 -la famosa superfortaleza volante- integrante del 509. Grupo Mixto y preparada desde muchos meses antes en la base secreta de Wendover, en Utah, para una misión espacialísima, esperaba llena de ansiedad la llegada de una orden.



El entrenamiento había sido durísimo y realizado en el más absoluto aislamiento. La tripulación la encabezaba el coronel Paul Tibbets, veterano jefe de grupo de B-17 con múltiples misiones en Europa y el norte de África y que había sido elegido por sus excepcionales cualidades técnicas y personales. Él había escogido como hombre de la más absoluta confianza, para acompañarle en la misión, al oficial bombardero Tom Ferebee, experto en el bombardeo por medios visuales, y al oficial de derrota Ted van Kirk, llamado «Dutch», navegante peritísimo.



Durante meses habían hecho prácticas de lanzamiento de una rara bomba a la que se llamaba familiarmente "La Cosa", un enorme cilindro dotado de cola, cuyo contenido explosivo era un arcano para casi todos, Sólo Tibbets estaba en el secreto de su carga nuclear y, llegado el momento del lanzamiento, la pregunta que le obsesionaba era: ¿la deflagración alcanzaría a volatilizar el avión portador de la bomba? «No obstante confesaría después el propio Tibbets yo confiaba plenamente en los científicos y sabía que sus cálculos eran de una precisión total. Ellos me habían explicado que, en el instante de la explosión, mi avión se habría alejado 17 kilómetros del punto cero en relación con la trayectoria de la bomba. Por otra parte, en cuanto al problema de la onda provocada por la bomba, los ingenieros aeronáuticas me aseguraron que mi superfortaleza soportaría¡ un choque de 2 g, es decir, el doble de su propio peso.»



Aquel día 5 se llegaba a la fecha de la gran decisión, porque los meteorológicos habían pronosticado que el período entre el 6 y el 9 de agosto ,cría el más favorable para realizar el bombardeo desde el cielo japonés.



Robert J. Oppenheimer nació en 1904, en Nueva York, siendo hijo de un emigrante alemán llegado a América a los 14 años y que posteriormente haría fortuna en negocios textiles. Desde su más temprana infancia, Oppenheimer demostró poseer una inteligencia privilegiada. Sus estudios superiores los cursó en Harvard, simultaneando las humanidades con la física y la química. Dotado de una gran ansia de saber, y con una extraordinaria capacidad para asimilar conocimientos, se interesó por el pensamiento oriental, estudió el hinduismo y llegó a dominar el sánscrito, aparte de numerosas lenguas vivas. En 1925 se diplomó cum laude en Harvard. Posteriormente, amplió estudios de física en Cambridge con Rutherford, en Gotinga con Born y Dirac y más, en Zurich Leyde.



Su brillantez intelectual y la profundidad de sus estudios le hicieron perfilarse como un científico de gran porvenir, que había encontrado su camino en la más fascinante empresa que en la década de 1930 se le podía proponer a un físico: la investigación atómica. En 1 92 9 empezó a dar clases de física en la Universidad de Berkeley, donde dispuso de un importante laboratorio de investigación.



Alineado entre los intelectuales americanos de ideas socialmente progresivas, Qppenheimer no hizo un secreto de su antifascismo ni de su filomarxismo, aunque no llegara a militar en el partido comunista. En el período anterior a la Segunda Guerra Mundial, mantuvo una relación íntima con una doctora, conocida militante del comunismo.



En 1942 -a los 38 años- le ofrecieron la supervisión y el control global del proyecto Manhattan y la dirección del super laboratorio de Los Alamos. La oportunidad de tener a su alcance la construcción del ingenio más poderoso de todos los tiempos fue tentación que venció todos los escrúpulos morales de Oppenheimer. Durante el proceso de fabricación de la bomba volvió a tener contacto con su antigua amiga, la militante comunista, hecho que no escapó al conocimiento del general Groves, responsable máximo de la seguridad. El general, tras una conversación afondo con Oppenheimer, se aseguró de que éste había roto sus relaciones con la extrema izquierda y, valorando la importancia proyecto' lo confirmó en el cargo. El éxito alcanzado con la fabricación de bomba y sus efectos sobre Japón hicieron que Oppenheimer fuera exalta do por la prensa y la opinión pública americana como el hombre que había hecho posible el victorioso final de guerra.



Ante el problema moral suscitad por la carrera atómica, Oppenheime descubrió el personaje hamletiano qu llevaba dentro, manifestándose pes a sus reparos íntimos en pro de continuidad de las investigaciones Por eso constituyó una gran sorpresa el saberse, en octubre de 1945, que abandonaba la dirección de Los Alamos y volvía a la enseñanza. En 1947 fue designado director del Instituto Estudios Superiores de Princeton y entró a formar parte de la Comisión de Energía Atómica. Cuando en 1950 el presidente Truman ordenó la construcción de la bomba de hidrógeno, Oppenheimer, una vez más, se mantuvo en una duda atormentada por el alcance de la carrera nuclear, pero sin alinearse entre los opositores.



En 1954, al llegar el período de la «caza de brujas», Qppenheimer fue acusado de «actividades antiamericanas» por haber mantenido relaciones con elementos comunistas. Con arreglo a las prácticas utilizadas por la Comisión de Encuesta, se le declaró «indeseable para toda función que supusiese un acceso a secretos militares». Pese a la protesta de gran número de científicos, Oppenheimer hubo de sufrir años de ostracismo oficial Durante ellos, no obstante, continuó trabajando en la Universidad y dando conferencias. En 1958 viajó a París, fue recibido en la Sorbona y el Gobierno francés le otorgó la Legión de Honor, todo lo cual e una especie de desagravio al que se asociaron los científicos europeos.



En 1963 fue rehabilitado y se le otorgó el premio Fermi, el más alto galardón que se concede a los destacados en la investigación nuclear.Falleció en 1967, en Princeton.



Su vida fue una demostración del enfrentamiento del hombre de ciencia con unos problemas éticos y morales que le desbordan. El mito del «aprendiz de brujo» tuvo en el patético destino de Oppenheimer su más patente manifestación.



En el verano de 1939, la energía nuclear había desvelado ya sus inmensas posibilidades destructivas. La fisión del uranio, llevada a cabo por primera vez por Enrico Fermi, iba acompañada por un desprendimiento enorme de energía. Pero esto no era todo: si la fisión del primer núcleo podía emitir varios neutrones, cada uno de éstos podía provocar la fisión de otro núcleo, que a su vez al fisionarse emitía... Era la reacción en cadena prevista por Joliot y Szilard. La idea de estar ante una fuente de energía inimaginable, la posibilidad de tener al alcance la preparación de una mítica fuerza explosiva, sobrecogió a los físicos que habían llegado a abarcar teóricamente los efectos de la fisión en cadena. Pero se estaba en 1939. Muchos físicos, investigadores del átomo, habían abandonado Alemania por su condición de judíos. Otros, como el italiano Fermi, habían emigrado en desacuerdo con el fascismo que imperaba en su país. Y todos ellos se habían refugiado en Estados Unidos. La idea de que los sabios alemanes que habían quedado en su tierra pudieran preparar el arma atómica era una suposición que podía hacer de Hitler el amo del mundo.


Ante esta temible eventualidad, Leo Szilard, un científico atómico húngaro refugiado en Norteamérica, pidió a Albert Einstein que llamase la atención del Gobierno americano sobre el peligro que amenazaba, si los nazis conseguían preparar una bomba atómica. Entre dudas y reticencias, el tiempo pasó. Entre tanto, los ensayos y las investigaciones nucleares habían proseguido en Princeton, en Berkeley, en Columbia... En 1941, los japoneses atacaron Pearl Harbor. Estados Unidos era ya un país beligerante. Ello precipitó la decisión. En agosto de 1942 se llegó a un acuerdo para unir esfuerzos entre el Gobierno americano y el británico a fin de comunicarse sus investigaciones, y el Ejército americano recibió el encargo de dar prioridad absoluta, acelerando, coordinando y recabando cuantos recursos fueran necesarios para realizar un proyecto al que se le puso el nombre clave de « Manhattan». Su objetivo era fabricar la primera bomba atómica.



En el otoño de 1942, el general Leslie Groves, que había sido designado responsable del proyecto, se entrevistó secretamente con el físico Robert J. Oppenheimer, un brillante investigador cuyas cualidades personales de animador, capacidades de coordinador y poder de captación le hacían especialmente idóneo para dirigir en lo técnico la suma de esfuerzos que iba a representar el proyecto.



El lugar elegido para situar la planta de acabado fue Los Alamos, en Nuevo México, lejos de cualquier centro habitado. En la bomba se puso a trabajar un ejército de científicos, de técnicos, de militares: directa o indirectamente, más de cien mil personas, la mayoría ignorantes de la finalidad real de su trabajo. La movilización fue total. Todos los recursos disponibles se pusieron al servicio de la gigantesca empresa. Cientos de millones de dólares se gastaron en un esfuerzo tecnológico que abarcó una colosal Planta construida en Tennessee, un grandioso laboratorio en la Universidad de Columbia, una enorme instalación en Oak Ridge, otra en Hanford. Yen Los Alamos, junto a la planta atómica, surgió una ciudad habitada por los científicos y sus familias. Era difícil que aquella dispersión no traicionara el secreto exigido. Pero los severísimos controles y la más estricta vigilancia evitaron cualquier filtración.



Al principio se creyó que la bomba estaría lista en un año, pero se llegó a 1944, con el proceso muy avanzado. La evidencia de que Alemania no podría ya obtener la bomba y el sesgo favorable de la guerra contra Japón decidieron al científico danés Niels Bohr, premio Nobel de Física, a dirigir un memorándum al presidente Roosevelt previniéndole contra «la terrorífica perspectiva de una competencia futura entre las naciones por un arma tan formidable». Pero el mecanismo infernal no podía ya detenerse. La posesión de la bomba era un objetivo demasiado codiciado.



En julio de 1945, todo estaba listo para la gran prueba. En Los Alamos se hallaban Oppenheimer, Bohr, Fermi, Bethe, Lawrence, Frisch... toda la plana mayor de los sabios nucleares. El día 16, a las dos de la madrugada, las personas que debían intervenir en la primera prueba estaban en sus puestos a varios kilómetros del punto cero. Se fijó la hora H para las 5 de la madrugada. A las 5.30, una luz blanca, radiante, mucho más brillante que el sol del mediodía, iluminó el desierto, las montañas en la lejanía...



La superfortaleza volante B-29, fabricado por Boeing, fue el mayor avión construido durante la Guerra Mundial. Proyectado en 1939 y tras un período de prueba en el que tuvieron que superarse múltiples deficiencias técnicas, las primeras entregas a ultramar se hicieron en marzo de 1944. Intervino, decisivamente en las operaciones aéreas contra Japón y Alemania. . Fue el primer gran bombardero construido en serie dotado de compartimentos presurizados. También fue el primero que dispuso de un sistema centralizado y sincronizado de tiro de las ametralladoras. Sus dimensiones era n gigantescas: longitud, 30 metros; envergadura, 43 metros. Iba equipado :con cuatro motores Wright de 2.200 HP de potencia, que le daban una velocidad máxima de 585 kilómetros por hora a 7.600 metros de altitud. La ,velocidad de crucero de gran alcance era de 350 kilómetros a la hora, siendo su radio de acción de más de 8. 000 kilómetros y su techo de servicio de 9.700 metros. Su tripulación estaba integrada por 11 hombres.



Su armamento constaba de 10 ó 12 ametralladoras y un cañón de 20 Mm. y su carga explosiva podía ser de cuatro bombas de 1.800 kilos u ocho de 900 kilos. Para cargar la bomba de uranio, el Enola Gay hubo de acomodar su bodega, dado que las dimensiones del ingenio superaban los 70 cm. y ,de diámetro los 3 m de longitud.



La acción más espectacular y destructiva en la que participaron los B-29 fue el bombardeo realizado en la ,noche del 9 al 10 de marzo de 1945, Por 279 aparatos de este tipo sobre: Tokio. En una sola noche, las superfortalezas destruyeron casi 25 kilómetros cuadrados del centro de la capital japonesas arrasaron el 25 % de los edificios de la: ciudad. Cerca de 85.000 personas perdieron la vida y otras tantas ,resultaron heridas, ¡,mientras que un millón de habitantes ,de Tokio quedaron sin hogar.



El día de la rendición de Japón, las fuerzas aéreas norteamericanas tenían en servicio 3.700 bombarderos del tipo B-29.Las superfortalezas todavía tuvieron una importante participación en la guerra de Corea; pero en 1955, con la puesta en servicio de los grandes bombarderos a reacción B-47 y B-52 y la del B-36 mixto, los B-29 fueron retirados definitivamente.



En esencia, la bomba atómica es un reactor o pila nuclear que no utiliza moderador (es decir, ninguna sustancia que frene las partículas emitidas por el elemento radiactivo) y en la que se origina una reacción en cadena.



Dos trozos de material radiactivo (uranio 235 en la Little Boy que se lanzó sobre Hiroshima y que aparece en la fotografía inferior,- plutonio 239 en la Fat Man que se lanzó sobre Nagasaki), de masa inferior a la crítica (es decir, a la masa a la que la reacción en cadena se produce de forma espontánea) y separados por un espacio vacío, son impelidos a chocar entre sí mediante la explosión de dos cargas convencionales, de forma que la nueva masa resultante es superior a la crítica, produciéndose la reacción nuclear.



Efectos a partir del centro: Dependiendo de su tamaño, los efectos de una deflagración nuclear, se expanden en círculos concéntricos a partir del punto de impacto, que normalmente se encuentra situado a cierta altura sobre el terreno.



El círculo más exterior es, lógicamente, el de menor destrucción y la causa principal de ésta es la radiación térmica, que produce una «tempestad de fuego», quemaduras e incendio.



En el círculo intermedio, donde la causa principal de destrucción es la onda de la explosión (expansión y choque), se producen derrumbamientos, roturas de conducciones de gas y agua, proyección de cascotes y cristales, etc.



Finalmente, en el círculo interior, la destrucción es total a calísa de las enormes temperaturas (en Hiroshima, 17.000 personas «desaparecieron» carbonizadas y pulverizadas) y la radiación mortal.



Los diámetros de estos círculos varían; por el . ejemplo, en una bomba de cien kilotones (unas siete-cinco veces la de Hiroshima) son de dentro a fuera:2,5 km., 8 km. y 16 km.



Plan de vuelo



El vuelo tenía prevista la hora de despegue para las 2.45 de la madrugada del día 6, esperándose alcanzar el objetivo -que podía ser Hiroshima, objetivo prioritario, o bien Kokura o Nagasaki- seis horas después, es decir a las 8.15, hora exacta que se había precisado en función de las previsiones de la meteorología. Tres superfortalezas acompañarían en el despegue al Enola Gay. Una de ellas tendría como misión el dar los datos meteorológicos en el último momento y ya sobre el espacio aéreo japonés, designando en función de este factor la ciudad que quedaría marcada por el fatal destino de sufrir el comienzo de la era atómica. En los otros dos aviones viajarían los científicos encargados de observar y registrar los efectos de la bomba.



Al término de la exposición del plan de vuelo, Tibbets anunció con voz grave que le era necesario dar una información adicional del más alto interés. Y habló de que se trataba de lanzar una



bomba cuyos efectos significarían muy probablemente la derrota de Japón y el fin de la guerra. Tibbets, sin embargo, se abstuvo de mencionar el calificativo de «atómica» aplicado ala bomba, pero precisó que la potencia del infernal ingenio equivaldría a la de 20.000 toneladas de trilita. Sus palabras causaron una impresión profunda en la tripulación, a la que se había incorporado el copiloto Bob Lewis, el ametrallador de cola Bob Caron y de la que formarían parte tres personas más: el capitán Parsons -ya citado- y su ayudante el teniente Morris Jeppson, quienes tendrían a su cargo el activado de la bomba una vez en vuelo; y a ellos se añadiría el teniente Beser, especialista en electrónica.


El despegue hacia un objetivo desconocido
Y llegó el momento decisivo. A la 1.45 de la madrugada despegó el B-29 destinado a la misión meteorológica. Los otros despegarían después. A las 2.15, el B-29 modificado para que en su bodega cupiera la bomba de uranio 235, a la que se había bautizado con el nombre de Little Boy («Muchachito»)




Entre una hilera de cámaras , iluminado por potentes estaba en la cabecera de la pista probando a plena potencia sus cuatro motores Wright de 2.200 caballos de por que querían registrar el histórico acon proyectores, el Enola Gay arrancó de la pista con los cuatro mil kilos de la bomba en sus entrañas. Eran las 2.45 de la madrugada del 6 de agosto de 1945.




Alcanzada la cota de vuelo y con el rumbo puesto hacia el archipiélago japonés, Parsons y su ayudante pusieron manos a la obra en la bodega del bombardero para activar el arma nuclear. Veinte minutos después, habían dado fin a su tarea. Fue entonces cuando el coronel Tibbets, tras conectar el piloto automático, reunió a la tripulación y les explicó la naturaleza exacta del explosivo que llevaba a bordo. Para aquellos hombres, hechos al cumplimiento de unas misiones bélicas destructivas, cualquier reparo moral estaba en aquel momento fuera de lugar. Aún más, la idea de que con aquel explosivo podían acortar la guerra y ahorrar millares de vidas norteamericanas ahuyentaba cualquier escrúpulo de conciencia.



Entre tanto, el Enola Gay proseguía su vuelo sin novedad sobre la capa de nubes por encima de la zona de turbulencia. Poco a poco se iban percibiendo las tenues luces del amanecer. Se acercaba la hora del alba. Al llegar el avión a la altura de lwo Jima, según el horario previsto, dos aparatos de escolta esperaban describiendo círculos la llegada del bombardero para, una vez avistado, ponerse a la altura de] Enola Gay y seguir el vuelo juntos, hacia el objetivo.



El nuevo día empezaba a despuntar. Un nuevo día que millares de seres humanos de una ciudad todavía ignorada no verían llegar a su crepúsculo, víctimas de una horrible muerte.


La meteorología sella el destino de Hirosima

A las 7.09 se recibió en el Enola Gay el esperado mensaje. Era del comandante EatherIy del Straight Flush, el avión meteorológico que les había precedido en el despegue y que en aquellos momentos volaba a 10.000 metros sobre Hiroshima. En él se confirmaba el objetivo principal como destino de la bomba. La ciudad, en medio de un anillo de nubes, aparecía a través de un hueco de 15 kilómetros en el que la visibilidad era perfecta. El mensaje del Straight Flush selló el destino de la ciudad. El navegante Van Kirk marcó el rumbo preciso para situarse en la vertical del objetivo.



Sobre Hiroshima se había despertado también el sol de la mañana de un nuevo día que -fatalmente- se anunciaba magnífico, sin nubes. Era una ciudad con más de 300.000 habitantes, famosa por sus bellísimos sauces y que hasta aquel día, pese al sesgo desfavorable que la guerra había tomado para el Japón, no había experimentado más conmoción que el estallido de 12 bombas enemigas. Aquella mañana despejada, sus habitantes se disponían a hacer su vida habitual. El puerto, antes animado por los embarques de tropas, aparecía desierto, porque la siembra de minas realizada por los aviones americanos hacía que casi ningún barco fondease ahora en Hiroshima. Fábricas, almacenes y enlaces ferroviarios trabajaban a pleno rendimiento para aprovisionar y equipar a un ejército que, muy pronto, tendría que afrontar el desembarco de los americanos en sus propias islas.



Afanada en sus quehaceres diarios, la gente prestó escasa atención a las sirenas que sonaron anunciando la presencia de un avión enemigo, un B-29 que volaba a gran altura y que, después de cruzar por dos veces el cielo de la ciudad, desapareció. El fin de la alarma sonó a las 7.30. Era el B-29 del comandante Eatherly, que había cumplido su misión de guía del Enola Gay. Al cese de la alarma, la gente dio un suspiro de alivio. Los hombres inútiles para el servicio y los estudiantes que trabajaban en la defensa pasiva creyeron que, una vez más, el azote de las bombas iba a pasar sobre Hiroshima sin dejar rastro. Las gentes procedentes de zonas bombardeadas celebraron una vez más su buena fortuna en la elección de la ciudad que les había dado acogida.



De los hombres que participaron en los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, no todos salieron incólumes de esa siembra de destrucción. Veinte años después, el mayor Claude Eatherly era víctima de fuertes trastornos emocionales. Era el hombre que, desde el avión meteorológico Straight Flush, había marcado el destino de Hiroshima señalándola como el objetivo del Enola Gay.



Eatherly, el servicio durante un de finalizada la guerra, una vez desmovilizado empezó a experimentar trastornos psiconerviosos influido por un claro complejo , de culpabilidad. Su atormentado estado de ánimo se hizo público cuando fue detenido por provocar un gran alboroto y producir destrozos en un lugar público. Tratado como héroe de guerra en el juicio que se le siguió, rechazó toda consideración y , pidió ser condenado, ya que se: sentía profundamente culpable. Aquel fue el inicio de todo un proceso de autopunición, que le llevó de los tratamientos psiquiátricos a sucesivas detenciones cada vez que su conducta buscaba un motivo para ser castigado. Su plan, como él mismo confesó, era acumular actos. La protesta contra la sociedad que, según él, le había convertido en un asesino. Su calvario se prolongó durante años y su figura fue esgrimida por grupos pacifistas y contrarios al uso de la energía atómica, mientras que la sociedad contra la que él se alzaba le tildaba de «loco».



Para otro aviador, la contemplación de la explosión? nuclear y la idea de,' las muertes producidas significó también un profundo cambio en su destino. Fue el coronel inglés Leonard Cheshire, el piloto de bombardero más condecorado de la RAF, invitado a volar como observador en el avión meteorológico que escoltó al que bombardeó Nagasaki. Cheshíre, superviviente de más de cien misiones sobre Alemania y los países ocupados, curtido en la destrucción por las «bombas terremoto» usadas por la RAF, quedó traumatizado por los efectos de la bomba nuclear. Y de si¿ mente no pudo apartarse la imagen de hasta dónde puede llegar el poder destructivo que el hombre, movido por el odio de la guerra, es capaz de el ejercer contra la propia humanidad. Terminada la guerra, pidió el retiro de la aviación, se convirtió al cristianismo y creó una fundación destinada a atender enfermos.


La hora H: 8h 15'17" del día 6

A las 7.50 hora de Tokio, el Enola Gay volaba sobre las inmediaciones de la isla de Shikoku. A las 8.09 se divisó desde el avión el contorno de Hiroshima. Tibbets ordenó a los dos aviones de escolta que se retirasen y, por el interfono, indicó a su tripulación que se pusiera los anteojos que habían de protegerles contra el resplandor de la explosión. A las 8.1 1, Tibbets accionó el mecanismo preparatorio para soltar a Little Boy. Faltaban menos de cinco minutos. Debajo del Enola Gay, la ciudad de Hiroshima se veía cada vez más cerca. El apuntador Ferebee se sabía de memoria la planimetría de la ciudad. Rápidamente encuadró su punto de mira en el lugar elegido: un gran puente sobre el río Ota. Cuando tuvo, puso en marcha la sincronización automática para el minuto final del lanzamiento. El plan preestablecido era lanzar la bomba a las 8.15, hora local. Las favorables condiciones atmosféricas y la pericia de Tibbets permitieron que el avión coincidiera con el objetivo exactamente a las 8 horas, 15 minutos y 17 segundos. En aquella hora fatídica se abrieron las compuertas del pañol y, desde una altura de 10.000 metros, el ingenio atómico inició su trayectoria genocida.



Aligerado de un peso de más de 4.000 kilos, el bombardero dio un gran brinco hacia arriba. Tibbets marcó un picado hacia estribor y a continuación hizo un viraje cerrado de 158', a fin de alejarse al máximo del punto de explosión. Al mismo tiempo, desde el instante del lanzamiento, Tibbets se puso a contar mentalmente los segundos calculados hasta que la bomba estallara. Transcurridos 43 segundos, cuando el avión se encontraba a 15 kilómetros del punto del impacto, la bomba hizo explosión, accionada por una espoleta automática a unos 550 metros por encima del punto de caída y a 200 metros escasos del blanco elegido.



Una enorme bola de fuego se iba transformando en nubes purpúreas...



Repentinamente, el espacio se había convertido en una bola de fuego cuya temperatura interior era de decenas de miles de grados. Una luz, como desprendida por mil soles, deslumbró a pesar de los lentes a Bob Caron, el ametrallador de cola, que, por su posición en el aparato, quedó encarado al punto de explosión. Una doble onda de choque sacudió fuertemente al avión, mientras abajo la inmensa bola de fuego se iba transformando en una masa de nubes purpúreas que empezó a elevarse hacia las alturas, coronándose en una nube de humo blanco densísimo que llegó a alcanzar 12 kilómetros de altura y que adoptó la forma de un gigantesco hongo. «Entonces nos dimos cuenta -explicaría Tibbets- de que la explosión había liberado una asombrosa cantidad de energía.» El Enola Gay, superada la prueba de la onda de choque, viró hacia el sur y voló sobre las afueras de Hiroshima, a fin de fotografiar los resultados del histórico bombardeo. Y entonces fue cuando la tripulación pudo comprobar la espantosa destrucción que habían sembrado. Iniciado el vuelo de regreso, a 600 km de distancia todavía era visible el hongo que daba fe de la aparición del arma que abría una nueva y dramática era en la historia de la humanidad.



Una sensación impresionante dominaba a toda la tripulación, como si la tensión nerviosa liberada hubiera dado paso a la obsesionante idea de haber provocado una destrucción sin precedentes. Parsons y Tibbets lanzaron entonces el mensaje que iba a conmover al mundo: «Resultados obtenidos superan todas las previsiones.»



El fin de la Segunda Guerra Mundial A las 2 de la tarde, el Enola Gay tomaba tierra en Tinian. La noticia del éxito de la operación «Bandeja de Plata» había circulado ya por el Pacífico. En el aeródromo estaban esperando los generales Le May y Arnold, venidos especialmente de Guam. El presidente Truman recibió el mensaje a bordo del crucero Augusta. En su entorno, todo era exaltación y entusiasmo. Sólo el general Eisenhower condenó espontáneamente el uso de la terrible bomba contra un núcleo habitado, considerando que tal demostración no era necesaria para derrotar a Japón. Pero la inmensa mayoría -como dijo Raymond Cartier- «no vio en la aparición del arma nuclear otra cosa que el fin rápido de la guerra y la economía de sangre americana que ello reportaba. »



No obstante, había algo más: ante la configuración del mundo de la posguerra y la emergencia de la Unión Soviética como gran potencia, la horrible demostración de Hiroshima perseguía el evidente fin de intimidar a Stalin y hacerle más razonable. Yalta y Potsdarn estaban perfilando una posguerra en la que los ocasionales aliados de ayer iban a dividir el mundo en dos bloques antagónicos.



Sin embargo, como era de esperar, las previsiones en cuanto a lo resolutivo de la bomba se cumplieron: el día 7, Japón se dirigió a la Unión Soviética para que mediara ante Estados Unidos en busca de un armisticio. Los rusos contestaron declarando la guerra a Japón y desencadenando de inmediato una gran ofensiva en Manchuria. El día 9, otro B-2 l Bockscar, pilotado por el mayor Sweeney, lanza otra bomba nuclear -ésta de plutonio- sobre Nagasaki. La «implosión» - pues éste fue el sistema practicado para provocar la reacción en cadena del plutonio activado- estuvo a punto de desintegrar la superfortaleza que efectuó el lanzamiento. Los efectos, debido a la topografía de Nagasaki, no fueron tan espantosos como los del ataque precedente. Pero fueron suficientes para que, a las 2 de la madrugada del día 10, el Consejo Supremo de Guerra japonés, presidido insólitamente por el emperador Hiro Hito -que, ante lo gravísimo de los momentos, había decidido descender de sus divinas alturas -, se dirigiera a Estados Unidos pidiéndole el cese de las hostilidades y aceptando la rendición incondicional exigida por los aliados.



La capitulación se firmaría el 2 de septiembre de aquel mismo año: la Segunda Guerra Mundial había terminado, tras 6 años y 1 día de duración. Pero queda por reseñar lo sucedido en la ciudad mártir, tras de recibir su bautismo de fuego atómico.



Una explosión de 20 kilotones



La bomba lanzada en Hiroshima tenía una potencia equivalente a 20 kilotones, es decir, a veinte veces la explosión de mil toneladas de TNT. Los efectos mortales de esta bomba podían proceder de tres causas distintas: la acción mecánica de la onda expansivo, la temperatura desencadenada y la radiactividad.



El calor generado por la energía liberada se elevó a temperaturas capaces de fundir la arcilla, alcanzando decenas de miles de grados. Este colosal desprendimiento provocó una columna de aire huracanado y a continuación, para llenar el descomunal vacío, se produjo otra onda en sentido contrario cuya velocidad superó los 1.500 kilómetros por hora. El terrible soplo produjo presiones de hasta 10 toneladas por metro cuadrado.



El detalle de estos efectos sobre la ciudad llega a lo indescriptible: trenes



enfermedades derivadas de la hecatombe nuclear.



que vuelcan como golpeados por un gigante, tranvías que vuelan con una carga de cadáveres hechos pavesas, automóviles que se derriten, edificios que se desintegran y se convierten en polvo incandescente, manzanas de viviendas que desaparecen por un ciclón de fuego.



Toda una zona de 2 km. de radio se transformó en un crisol, que la dejó arrasada como si un fuego infernal y un viento cósmico se hubieran asociado apocalípticamente. Y en kilómetros a la redonda, incendios y más incendios atizados dramáticamente por un vendaval de muerte. Por los restos de lo que fueron calles, empezaron a verse supervivientes desollados, con la piel a tiras, unos desnudos, otros con la ropa hecha jirones. Los que murieron en el acto, sorprendidos en el punto de la explosión, se volatilizaron sin dejar rastro. Tan sólo alguno, situado junto a un muro que resistió la onda expansiva, dejó una huella en la pared, una silueta difuminada de apariencia humana, como una sombra fantasmagórica, que fue en lo que vino a quedar el inmolado. Otros se vieron lanzados, arrastrados por un rebufo arrollador, y se encontraron volando por el aire, como peleles de una falla sacudida por un vendaval. Alguno fue a parar milagrosamente a la copa de un árbol, a muchos metros de distancia de su lugar de arranque.



En los alrededores de] punto cero, todo quedó carbonizado. A 800 metros, ardían las ropas. A dos kilómetros, ardían también los árboles, los matorrales, los postes de¡ tendido eléctrico, cualquier objeto combustible. Tal era la fuerza del contagio ígneo.


El sol de la muerte

Pero quedaba el tercer y más traicionero efecto: el «sol de la muerte», como llamaron los japoneses al efecto radiactivo que provocó la acción de los rayos gamma, delta y alfa. Las personas, según su cercanía al punto de caída de la bomba atómica, aparecían llagados, llenos de terribles ampollas. Todos los supervivientes, en un radio de 1 km a partir del epicentro, murieron posteriormente de resultas de las radiaciones. Los muertos por estos insidiosos efectos lo fueron a millares y se fueron escalonando a lo largo del tiempo, según el grado de su contaminación. Veinte años después de la explosión, seguían muriendo personas a consecuencia de los efectos radiactivos.



Junto a los millares de muertos instantáneamente y de los que con posterioridad fallecieron de resultas de las quemaduras o de la radiación, se registraron hechos singulares. Por ejemplo, algunos habitantes se salvaron por haberles sorprendido los efectos de la explosión con vestimenta clara; en cambio, los que vestían de oscuro murieron rápidamente, por la capacidad del color negro de absorber el calor. Esta misma capacidad de absorción de las ondas calóricas por los cuerpos opacos ocasionó otro sorprendente fenómeno: la fotografía atómica. Hombres desintegrados, así como objetos diversos, dejaron su sombra grabada sobre los muros de las paredes en cuya cercanía se encontraban en el momento de la explosión, como hemos mencionado antes. La onda calórica siguió exactamente los contornos de una silueta y la grabó, para siempre, sobre la piedra.



El holocausto



Y cuando los supervivientes se recuperaron del horror y los servicios de socorro empezaron a prodigar sus cuidados a los heridos y a los quemados, se produjo la caída de una lluvia viscosa, menuda y pertinaz, que hizo a todos volver los ojos al cielo: el aire devolvía a la tierra, hecho toneladas de polvo y ceniza, todo lo que había ardido en aquel horno personas y cosas - y que las corrientes ascendentes habían succionado hasta las nubes.

Al día siguiente del bombardeo, un testigo presencial que recorrió la ciudad explicó el espeluznante panorama de desolación que constituía la visión de una población arrasada, sembrada de restos humanos que estaban en espantosa fase de descomposición, entre un olor nauseabundo a carne quemada. Una zona de 12 kilómetros cuadrados, en los que la densidad de población era de 13.500 habitantes por kilómetro cuadrado, había sido devastada. La llegada de un grupo de científicos confirmó que el explosivo lanzado era una bomba de uranio. La energía atómica había entrado en la historia por la puerta del holocausto.




Según los datos más fiables, el número de víctimas sacrificadas en Hiroshima fue de 130.000, de las que 80.000 murieron. Unos 48.000 edificios fueron destruidos completamente y 176.000 personas quedaron sin hogar.


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