El que conozca algo de historia no ignora que las grandes conmociones sociales son imposibles sin el fermento femenino. El progreso social puede ser exactamente medido por la situación social del bello sexo...
Carta de Carlos Marx a Kugelmann, 12 de dic. 1868
El Estado de Chihuahua, México, cuenta con 67 municipios. Uno de ellos es Ciudad Juárez, ubicado en el desierto, con un territorio árido y un clima cálido extremoso. Tiene 3 millones 52 mil 907 habitantes (censo del año 2000). El 49.8 por ciento es población masculina y 50.2 por ciento femenina. Durante el siglo XIX la economía se basaba en la producción de trigo, vid, frijol, maíz, ciruela. En 1923 se inició la producción de algodón, que en 1964 decayó, y en 1966 llegaron las primeras maquilas.
Con la llegada de las maquilas la explotación de la clase trabajadora, en especial las mujeres, alcanzó su punto máximo de barbarie. Los gobiernos burgueses prometieron mejora en la calidad de vida de los trabajadores y, como siempre, sólo fueron engaño y desilusión para la clase trabajadora.
La ciudad está divida fundamentalmente en dos grupos sociales: “los profesionales altamente capacitados, cosmopolita llamados clase transnacional [...] son ellos quienes detentan el poder y la riqueza. El segundo grupo lo compone el gran contingente de personas excluidas de este, que logran vivir de una continua economía de subsistencia”[1] Si esto lo traducimos a términos científicos, esos dos grupos sociales corresponden a la burguesía explotadora y la clase trabajadora explotada.
La clase trabajadora de Ciudad Juárez, al igual que la del resto del país y del mundo, padece una explotación brutal. La gente vive en la más absoluta miseria, sin los mínimos servicios urbanos como alumbrado, agua potable, drenaje, pavimentación; la construcción de viviendas es con pedazos de metal, cartón y cascarones de camiones. Y ahora la crisis ha tenido como consecuencia “10 mil negocios cerrados y desaparecido 170 mil empleos y una gran cantidad de familias se han visto obligadas al exilio por el clima de violencia e inseguridad. De los 250 mil empleos generados en un principio por las maquiladoras, sólo se sostienen entre 90 y 100 mil puestos de trabajo, de los cuales, el 20% están en paro, el resto de trabajadores activos acuden uno o dos días y perciben un salario de $59.00 pesos por jornada”[2]. Todo esto en medio del tráfico y lavado de dinero, los cárteles de la droga, la indiferencia, corrupción e ineptitud de parte de las autoridades tanto municipales como en los demás niveles.
Este es el contexto económico-material en el que han tenido lugar desde 1993 innumerables casos de mujeres secuestradas, torturadas, violadas, mutiladas y finalmente asesinadas, dejando sus cuerpos abandonados en el desierto; generalmente son mujeres jóvenes, cuyas edades fluctúan entre los 10 y 35 años, con nivel de instrucción básico y habitantes de colonias urbanas pobres. Son obreras que van o regresan de su trabajo sin relación con algún delito; también víctimas de violencia intrafamiliar. De acuerdo con las cifras que se conocen hasta el momento, en l993, fueron 554 mujeres asesinadas; entre 2007 y 2008 desaparecieron 794 mujeres en Cd. Juárez. En total, cinco mil 649 homicidios de 1993 a 2009. En 2009 hubo más de dos mil 300 feminicidios en el país y la zona de Centroamérica. Es decir que no sólo en México existen casos de muertes violentas de mujeres, también en Guatemala (720), El Salvador (579), Honduras (405) y Nicaragua (79).
Según las leyes burguesas las mujeres tenemos derecho a un trabajo digno y remunerado en la misma circunstancia que los hombres, a la salud, a no ser discriminadas por ser mujeres, por estar casadas o embarazadas, a tener una educación de calidad, etc. Sin embargo, estos derechos conquistados por la clase trabajadora, sólo se han quedado en papel, son letra muerta para la burguesía que ha gobernado en nuestro país desde hace aproximadamente 100 años. Bajo el capitalismo la mujer sufre discriminación en todos los ámbitos, esta discriminación se recrudece más en tanto la burguesía requiere seguir incrementando sus beneficios y reproducirse como clase. Las mujeres son utilizadas como mano de obra barata, como reserva laboral; en los lugares de trabajo acosadas sexualmente para poder obtener un mejor empleo o salario, agobiada por la doble jornada de trabajo y víctimas de vicios. Bajo este sistema explotador, ser mujer significa vivir con miedo y en la ignorancia, ser sometida por las hipócritas normas sociales y religiosas.
Hay muchos movimientos (feministas) que tratan de reivindicar el papel de la mujer en la sociedad, de esclarecer los crímenes contra las mujeres, organizaciones que luchan por la igualdad de las mujeres. Sin embargo, todo queda a medias, pues, mientras el sistema capitalista siga rigiendo; mientras los medios de producción (industrias, bancos, tierra) sigan en unas cuantas manos; mientras los gobiernos sean puestos por la burguesía para cuidar sus intereses, la clase trabajadora (mujeres y hombres que sólo cuentan con su fuerza de trabajo y que venden al capitalista a cambio de un salario que les permita adquirir sus medios de vida básicos) no logrará liberarse y seguirá viviendo en esta sociedad que sólo ofrece horror y violencia sin fin. La violencia y discriminación contra las mujeres no es una cuestión de género, es cuestión de opresión y explotación de una clase social por otra, en este caso, la opresión y explotación es doble (por ser mujer y además trabajadora).
La mujer trabajadora siempre ha estado presentes en las luchas sociales al lado de los hombres y ahora más que nunca, en plena bancarrota del capitalismo, es necesario que nos organicemos junto a ellos; debemos estar presentes en las organizaciones obreras, en las organizaciones sindicales; debemos nutrirnos de las ideas de Marx, Engels, Lenin, Trosky y Rosa Luxemburgo, para dar la batalla contra el capitalismo, que apoyado en los gobiernos reformistas no ofrece alternativa para que las mujeres tengan una vida digna.
Los capitalistas se organizan para explotar a la clase obrera; han globalizado, el hambre, la miseria, el desempleo, los vicios; destruyen el medio ambiente, se apropian de la riqueza que producimos hombres y mujeres. El capitalismo es violento y asesina a hombres y mujeres; al margen de toda la barbarie que deriva de la bancarrota de dicho sistema social no puede ser explicado un fenómeno tan aberrante como el de esta genuina masacre que se ha desatado contra la mujer trabajadora desde ya hace varios años en Ciudad Juárez. Dicha masacre, por consecuencia, solo puede ser frenada de manera definitiva combatiendo la barbarie capitalista eliminando la propiedad privada de banqueros y empresarios. Por lo tanto, corresponde a la clase trabajadora organizarnos para globalizar las ideas de la liberación basadas en el socialismo científico. Sólo los trabajadores, hombres y mujeres explotados, estamos destinados históricamente a derrocar a la burguesía y todas sus lacras. Sólo si extendemos a nivel mundial el socialismo podremos disfrutar de una vida digna y humana en una sociedad superior. Debemos llenarnos de valor y espíritu de sacrificio para organizarnos y luchar contra este sistema degradante. Compañera trabajadora: ¡Únete a la Tendencia Marxista Militante y luchemos juntas por la transformación socialista de la sociedad!