El magnífico movimiento de los trabajadores franceses es una inspiración para todos los trabajadores de Europa. Demuestra la verdadera cara de la clase obrera francesa. Ayer, por segundo día consecutivo, los huelguistas continuaron sus acciones después del impresionante día de acción del martes.
Las huelgas forzaron el cierre de las seis refinerías de petróleo del grupo Total, amenazando con escasez de gasolina. Once de las doce refinerías en Francia ya han sido afectadas por la acción huelguística. En la terminal petrolífera del puerto de Fos-Lavera, cerca de Marsella, la huelga ha alcanzado el decimoctavo día, y ha dejado a los barcos petroleros varados en el mar sin poder descargar su cargamento.
Nacionalmente, menos de la mitad de los trenes locales e interurbanos estaban funcionando, según la compañía nacional de trenes SNCF. La Torre Eiffel cerró para los turistas el martes después de que los trabajadores abandonaran sus puestos de trabajo. Los aeropuertos se han visto seriamente afectados por la huelga, como también centenares de escuelas, con asambleas generales convocadas en varias universidades para decidir qué acciones emprender.
Aunque las huelgas son mayoritariamente en el sector público, también han tenido un eco en el sector privado. La debilidad principal del movimiento es el sector privado, donde es más difícil que los trabajadores arriesguen ser despedidos en tiempos de alto nivel de desempleo.
Según los sindicatos 3,5 millones de personas salieron a la calle en la huelga general del martes. Aquí en Toulouse, según la CGT, 145.000 personas participaron en la mayor manifestación en años, mientras que en París fueron 350.000.
Hubert Prévaud, miembro del Partido Comunista y de la CGT, subrayó el gran tamaño de la manifestación que tuvo lugar en Toulouse – una de las más grandes en la historia de la ciudad – y también el espíritu combativo de los manifestantes:
“Se podría pensar que después de tantos días de acciones, los trabajadores estarían cansados. Por el contrario, parecen más entusiasmados que nunca. La atmósfera es de gran enojo. Los trabajadores dicen que el movimiento debe llevarse a un nivel superior para derrotar al gobierno”.
Incluso en ciudades pequeñas ha habido grandes manifestaciones. En la pequeña ciudad de Niort en el departamento de Deux-Sèvres, de un total de 60.000 habitantes, 15.000 tomaron las calles. Esto significa que un cuarto de la población estaba en la manifestación.
Hay una situación general de fermento social profundo y una creciente corriente de radicalización que no será fácil de sofocar. El ambiente de las manifestaciones era de confianza, alegría y felicidad de que los trabajadores estaban en las calles, unidos y luchando. No obstante, hay una creciente actitud crítica hacía las direcciones. Un trabajador en Niort me dijo:
“La manifestación fue maravillosa, pero no puedo entender por qué no hubo un mitin al final, no hubo discurso de los líderes, no hubo discusión de qué vamos a hacer. La gente simplemente se dispersó y se fue a casa, y todo pareció esfumarse.”
Joseph Coutant, activista del Partido Comunista, me habló del ambiente de los manifestantes en Niort:
“La gente estaba muy contenta. Pero bajo la superficie había un ambiente de ira. No ha alcanzado el punto máximo de ebullición, pero está ahí: como si se estuviera cociendo a fuego lento, conteniendo la ira que puede explotar en cualquier momento.”
Solidaridad general
Este fue el cuarto día de movilización desde principios de septiembre y en cada ocasión se ha dado un aumento en la participación comparado con el anterior, aumentando de 2 millones a 3.5 millones, y se ha convocado otro día de movilizaciones para el sábado 16.
El motivo inmediato de las protestas son los planes del presidente Nicolás Sarkozy de elevar la edad mínima de jubilación de 60 a 62, y retrasar una pensión estatal completa de los 65 a los 67 años. La cámara baja del parlamento ha aprobado las reformas, que ahora están de camino al Senado.
El gobierno dice que el régimen de pensiones actuales no es sostenible y necesita una reforma. Sarkozy dijo ayer en un encuentro con parlamentarios que “no iría más allá” en cuanto a concesiones, según la agencia de noticias AFP.
En los trenes de París, la prensa informa que había un sentimiento de frustración entre los viajeros, pero de simpatía por los huelguistas. "Es un poco molesto para los que trabajan. Pero entiendo perfectamente su punto ", dijo Ismael Belmiloud a Reuters. Eric Floresse dijo que su viaje había sido interrumpido, pero por una buena causa. "Creo que la reforma es injusta, ya hay muchas personas mayores que están desempleadas."
Estos comentarios en la prensa son un fiel reflejo de la opinión pública francesa. Toda una serie de encuestas de opinión han mostrado que un sorprendente 70 por ciento de la población está a favor de las medidas tomadas por los sindicatos.
Esto significa que todas las fuerzas vivas de la nación francesa se encuentran detrás de los trabajadores. Más significativo aún es el hecho de que no menos del 60 por ciento está a favor de una escalada de las protestas:
Una serie de sindicatos –en particular en el sector del transporte– dicen que sus huelgas son reconducibles, y llevarán a cabo votaciones diarias sobre la posibilidad de extender su acción por otras 24 horas.
El ambiente de creciente radicalización es evidente. En las reuniones que he hablado en los últimos días, organizadas por La Riposte, el órgano de la red marxista en el Partido Comunista, se veía un enorme interés por las ideas del marxismo revolucionario, no sólo entre los jóvenes, sino también por parte de muchos viejos militantes que están cansados del reformismo tímido de los dirigentes y que están buscando las verdaderas ideas del comunismo.
Tradiciones revolucionarias
Sarkozy ha calculado muy mal a la hora de elegir una pelea con los sindicatos. Ha olvidado que Francia es la tierra de la revolución: la tierra de 1789-93, de 1848, de la Comuna de París, de la huelga general de 1936 y de mayo de 1968.
Los representantes más perspicaces de la clase dominante francesa pueden ver el peligro. Dominique de Villepin, un ex primer ministro, ha advertido de que el desempleo masivo, la caída de los niveles de vida y las provocaciones constantes del gobierno de Sarkozy podrían provocar una nueva revolución social.
No hay duda de que se están preparando las condiciones para una explosión social en Francia en el próximo período. La burguesía francesa no puede permitirse el lujo de que continúen las concesiones que se vieron obligados a partir de ellos en el pasado. Sin embargo, los trabajadores franceses no están dispuestos a permanecer con los brazos cruzados, mientras que las conquistas sociales de los últimos 50 años se destruyen.
Por lo tanto, el escenario está preparado para un nuevo período de intensa lucha de clases en Francia. ¡La clase dominante francesa sabe que tendrá una lucha seria en sus manos!
Alan Woods