Fidel en el acto por el 50 aniversario de la constitución de los Comité de Defensa de la Revolución, el 28 de septiembre de 2010. Foto: Alex Castro |
Continuación del discurso del Compañero Fidel el 28 de septiembre.
El acto ha durado 1:12, no hay mucho sol. ¡Ah!, si ustedes desean podemos hablar un rato (Exclamaciones de: “¡Sí!”) Los estoy viendo de los primeros (Se refiere a un grupo de cederistas que estuvieron en 1960. Le dicen que hay Fidel para rato). Bueno, eso no importa, están ustedes, es más importante (Aplausos).
En realidad hay muchas cosas, yo prometí que iba escribir en cuanto tuviera algún tiempo sobre el discurso de la ONU, fue a raíz de una situación que hoy es más grave que nunca, le decía a Rabilero. Cuando escuchábamos la bella canción interpretada por Haila le añadía al Coordinador Nacional: “Es peor ahora, el mundo está más amenazado.” Han transcurrido 50 años de lucha, hemos sido testigos de una larga evolución, y por eso hablaba de la importancia de reconstruir aquel discurso, aunque tenga que dividir el análisis en tres o cuatro partes. Tiene 128 páginas, y fue como el que pronuncié aquí el día que se fundó la organización de los CDR, no algo preconcebido, había pensado mucho, había observado los acontecimientos, nos hicieron horrores: nos sacaron del hotel cercano a la ONU, trataron de confiscar nuestro avión, inventaron planes de todo tipo; nadie más nos hospedaba, entonces me fui para Harlem, allí me recibieron con calor, conocí y conversé con Malcom X y otros líderes de la comunidad. Nos alojamos en el hotel “Theresa”, que era de madera.
Allí me fueron a visitar muchos de los líderes, allí fue Jruschov, fue Nasser, fueron los más prestigiosos del Campo Socialista y del Tercer Mundo, en muestra de solidaridad. Del “Theresa”, íbamos a la reunión de la ONU. Calculen las cosas que uno había acumulado.
Entonces el 26, que era mi turno, comencé a hablar tranquilamente y tranquilamente estuve más de seis horas (Risas y aplausos), es así. Pero toqué, fui tocando uno a uno los puntos (Aplausos), y si hoy pudiéramos hablar de un pensamiento, habría que ir a La Historia me Absolverá, cuando el Moncada, después a la reunión mencionada de la ONU, y finalmente, la que tuve aquí con el pueblo el día en que se fundaron los Comités de Defensa de la Revolución; calculen 50 años de lucha. No es que uno tuviera planes de crear una doctrina. Cómo podía uno imaginar las atrocidades que era capaz de cometer el imperio, y los planes de atentado que elaborarían, pero fueron tan autosuficientes y estúpidos que ni siquiera tuvieron éxito (Risas y aplausos).
Miren, resulta que una vez estábamos hablando desde esa tribuna (Señala el balcón del antiguo Palacio), creo que fue en una ocasión posterior; en uno de esos apartamentos situados a la derecha, miren qué distancia, menos de 100 metros, había un grupo de hombres con fusiles de mira telescópica, calibre 30.06, ametralladoras, bazucas, no se cuántas armas, estábamos en ese balcón y no se atrevieron a disparar, ¡vean!, es así; ya ellos venían preparando los planes desde antes de aquel acto (Aplausos).
Después, para qué hablar de tantos planes (Le dicen algo), pero el tiro les salió por la culata (Risas y aplausos). Ah, cada una de esas cosas se convierten en instrumento, en armas, en argumentos, y por eso es muy importante en la batalla de ideas, que el pensamiento continúe desarrollándose, es esencial.
Les decía, realmente, y en estos días escribí algo que nos puede ayudar a comprender la calaña del imperio, y fue con motivo de la visita de los japoneses, un conocido grupo de la paz, japonés, Peace Boat; así se llama, un grupo que hace mucho tiempo que viene visitando Cuba. La señora que habló en nombre de los sobrevivientes tenía sólo dos años cuando el ataque atómico a Hiroshima; hizo una exposición extraordinaria que conmovió, realmente, a todos. Yo me quedé pensando en aquello, porque cuando se publicó la transmisión del encuentro en el Palacio de Convenciones por televisión, no había traducción simultánea, es decir, cuando hay traducción simultánea, el trabajo se hace desde una cabina, pero allí estábamos en una mesa, y las voces de las intérpretes, que estaban muy próximas al micrófono, se sobreponían a mis palabras, las cuales no podían escucharse bien. Deseaba que se conociera bien el diálogo, qué hice: publiqué tres Reflexiones con el contenido del mismo, que no fueran muy largas. Me asombró lo que ellas contaron, no es lo mismo leerlo que escuchar a una persona haciendo la historia de lo sufrido por los sobrevivientes.
Leyendo un artículo sobre Truman, publicado en el Global Research, me quedé asombrado ¿qué hizo Truman? Fue el que sustituyó a Roosevelt. Roosevelt era un hombre de otra ética, aunque representaba un sistema económico capitalista, convertido ya en un imperio, que iba desarrollándose, no había llegado todavía a la plenitud, aunque marchaba hacia allá con gran ritmo. Roosevelt muere y queda el Vice al frente del país.
Muchas veces en Estados Unidos los candidatos a la presidencia seleccionan un Vice de otras ideas, en busca de cierta unidad: va uno, que si es de cierta tendencia llamada de izquierda, escoge un candidato más de la llamada corriente derechista, más aún en caso de guerra. Así fue como Truman asume la presidencia, y es el que ordena usar las dos armas nucleares cuando ésta virtualmente había finalizado. Los soviéticos ya habían concluido su batalla en Berlín, corazón del Tercer Reich, y mediante enormes esfuerzos enviaron sus tropas a Manchuria. Ya antes combatieron allí. Los japoneses habían invadido aquella región de China, en vísperas de la Segunda Guerra Mundial. En ese territorio chocaron con las tropas soviéticas, bajo el mando, precisamente, de Zhukov, y sufrieron una derrota. Después de la invasión nazi a la URSS, cuando Japón entró en guerra con posterioridad al ataque a Pearl Harbor, ocuparon de nuevo el territorio de Manchuria y al final de la contienda, habían concentrado el grueso de sus fuerzas en esa región. Cuando las aguerridas tropas soviéticas lanzaron el ataque en incontenible ofensiva, el imperio japonés comenzó a desmoronarse por completo, solo y sin aliados no tenía la menor posibilidad de resistir. No había necesidad alguna de usar el arma atómica, era cuestión de días el fin de la guerra; pero el Gobierno de Estados Unidos quería usarlas, tenían sólo dos bombas en ese momento: una de uranio y otra de plutonio. Dos nada más, pero no las lanzaron sobre una instalación militar, sino sobre una ciudad civil indefensa. Mataron más de cien mil personas instantáneamente, y otras fueron gravemente afectadas. Durante 65 años han estado sufriendo y muriendo los que no murieron desde el primer instante.
¿Qué hace Truman? Él escribió un diario donde hacía constar su actividad diaria. Pronunció un discurso público, por radio, para informar el lanzamiento de la bomba, y afirma en el textualmente: “El mundo sabrá que la primera bomba atómica se dejó caer sobre una base militar de Hiroshima. Esto fue porque deseábamos en este primer ataque evitar, en la medida en que fuera posible, el asesinato de civiles…” Leyendo esos papeles, uno se queda frío cuando piensa que aquel hombre tuvo el descaro, la desvergüenza, el cinismo de publicar que habían utilizado aquella bomba contra una base militar en Hiroshima; pero eso no era todo, eso fue lo que dijo después que lanzó la bomba de uranio; tres días después lanzó la de plutonio sobre Nagasaki.
En cada uno de estos materiales -no aspiro a que se comprenda mucho más de inmediato-, se habla de la masa crítica. La masa crítica voy a definirla como la cantidad de material radiactivo que hay que acumular para que se produzca la explosión; una tiene tal cantidad, 52 kilogramos de uranio enriquecido. En la naturaleza nunca existen 50 kilogramos, es un material muy escaso y disperso en las minas. En las bombas se colocan dos cantidades de uranio enriquecido, separadas entre sí, que son unidas mediante mecanismos explosivos convencionales para crear la masa crítica requerida para una explosión atómica. Si en vez de uranio se utiliza plutonio, bastaría 10 kilogramos igualmente refinados para crear la masa crítica que produce la explosión. Eso es así, y expresa el increíble avance de la ciencia en los conocimientos de la naturaleza, del espacio, de la materia.
En lo que declaró, después que lanzó la bomba, pudiera todavía decirse: “Bueno, este bárbaro no sabía qué era esa arma”; pero él sabía mejor que nadie lo que era el arma, porque aparece en el diario que escribía el tipo lo que está en el periódico de hoy -hoy salió la tercera parte-, lo que él explica: “Se ha desarrollado el arma más terrible que jamás se concibió.” Habla de la era en que eso no era imaginable, en aquella época de los tiempos remotos cuando se hablaba de cosas horribles.
¿Alguno de ustedes tiene, por casualidad, un ejemplar del periódico Granma? Ya que estamos hablando del tema, se puede encontrar; yo tengo mis espejuelos, puedo leer todavía la letrica del periódico.
Ustedes verán lo qué escribió Truman sobre la bomba el 25 de julio, 12 días antes de lanzarla.
¿No aparece un periódico? ¿Pero tiene tan pocos lectores Granma?
(Le entregan el periódico). Me han traído uno viejo (Risas). (Le explican que hay uno de ayer y otro de hoy). Ah, era el de ayer. Yo era el que estaba equivocado (Risas).
Escuchen lo que dijo el señor Truman, que debe estar en algún lugar del infierno, me imagino (Risas).
“Hemos descubierto la bomba más terrible en la historia del mundo. Podría ser la destrucción de fuego predicha en la era del valle del Éufrates, después del Arca de Noé… Esta arma se va a usar contra Japón… [Nosotros] la usaremos con el propósito de que los objetivos militares y soldados y marineros sean la meta y no las mujeres y niños. Incluso si los japoneses son salvajes, despiadados y fanáticos, nosotros como líderes del mundo para la asistencia social común no podemos dejar caer esa terrible bomba sobre la vieja capital o la nueva… La meta será meramente militar… puede ser la cosa más terrible alguna vez descubierta, pero puede ser de hecho la más útil.”
Ahí ven el esqueleto del alma de un imperialista. El mundo tiene que saber eso, tiene que conocerlo; porque hoy -y por eso hablaba con Rabilero- si ustedes ven las teorías que tienen, los planes que tienen y las doctrinas militares que aplican, realmente se quedan fríos. Por eso es que yo, no es que exagere, no es que magnifique, es que la única posibilidad sería denunciar y denunciar. Únicamente si se logra que haya una opinión en el mundo suficientemente fuerte, se podía impedir realmente el fin de la especie; es algo matemáticamente exacto.
A mí me parece que sería bueno, tal vez, que se conocieran algunas de estas ideas sobre qué es el arma nuclear. Yo he visto algunas imágenes sobre lo que es la masa crítica, lo que significa su empleo como arma: bueno, tomar la energía que mueve al universo para la guerra. Uno habla de que a 100 grados hierve el agua, no se puede meter la mano; a 660 se funde el aluminio; a un poco más de 1 500, el hierro; y a 3 000, prácticamente todos los metales y materiales. ¿Qué será a los 10 000? ¿Qué será a los 100 000? ¿Qué será al 1 000 000 de grados? Pues bien, a través de la explosión atómica producto de la masa crítica, se puede alcanzar millones de grados de calor, -veo que algunos de ustedes usan espejuelos oscuros, creo que estos mismos que yo uso se pueden poner oscuros; con estos los veo, hasta puedo leer-, fue sin duda alguna el mayor y más cínico asesinato de la historia (Aplausos).
Me los quito (Se refiere a los espejuelos suyos). Esta es la primera vez que los uso. ¿Ustedes se los quitaron? Yo recordaba que, los mismos que realizaron los experimentos iniciales en territorio desértico de Estados Unidos, y a bastante distancia, usaban los espejuelos negros para evitar que el rayo de luz les dañara la vista, porque son fenómenos inimaginables para los conceptos que tenemos de lo que es el calor, de lo que es la luz. Entonces, yo creo que no le haría daño a nuestro país, al contrario, le daría cultura; le daría una cultura que no tienen, desgraciadamente, los pueblos. Debemos hacer que los pueblos conozcan, porque los motivaría a luchar, qué es la masa crítica, en qué consiste, cuánta energía es capaz de crear, qué hace el imperio con ella, cuál es su doctrina militar.
No quiero extenderme y abordar más temas, porque serían unos cuantos, a partir de las cosas que uno ve.
¿Qué dijo hace unos días el caballerito que está allí en la presidencia de Estados Unidos? De repente uno se asombra, porque puede pensar que va a haber un poquitico de decencia, pero usted descubre desgraciadamente que esa palabra no existe, casi asusta. Bueno, no queda más que la esperanza de que por lo menos sea inteligente.
Se supone que no quieran sacrificar al pueblo de Estados Unidos, porque los únicos que lo amenazan son ellos, los únicos que pueden desatar una guerra, y todo lo que hacen conduce a la guerra. No es Rusia, aunque se trate actualmente de un país capitalista, no es China, ambos han desarrollado esas armas como un instinto defensivo, pero no para conquistar otros países. Los yankis las desarrollan para mantener un dominio sobre el planeta. Es imposible que el sistema capitalista pueda perdurar, su etapa ya pasó, no es compatible, con la existencia de miles de millones de seres humanos, sus necesidades vitales, la contaminación del medio ambiente, el agotamiento de los recursos materiales, los avances de la ciencia por un lado y la productividad asombrosa del trabajo por otro, esta puede llegar a ser cien o doscientas veces mayor que hace 200 años.
Les puedo citar un ejemplo: cuando la compañera Haila cantaba, la estábamos escuchando todos. Si no existieran los altoparlantes, no podían oírla allá. Pero, bueno, antes de la radio, había que ir a un teatro para escuchar a una bella voz, y las expresiones de una persona que acompañara su canto, o el espectáculo extraordinario de un ballet como el nuestro, que pronto cumplirá un importante aniversario más (Aplausos). Cuando decenios atrás surgió la radio, cientos de miles de personas, incluso millones, podían escuchar una noticia cientos de miles de veces. En cierta ocasión, un programa de radio que transmitía la narración de un famoso escritor, estuvo a punto de producir una catástrofe entre personas que creyeron que lo narrado se estaba produciendo.
Ahora con la televisión, si ella canta, en una hora pueden verla y escucharla 3 millones de cubanos; o 100 millones pueden ver un partido de fútbol. De un partido de fútbol se enteraban unos pocos, a veces cuando llegaba un cable y salía un periódico y el periódico llegaba al lector si sabía leer. Si tiene hoy un televisor, usted se encuentra con que el esfuerzo de un artista está siendo disfrutado por millones de personas. No es igual en todas las actividades, pero la multiplicación de la productividad ocurre con muchas.
Antes un hombre con un burrito trasladaba 100 ó 150 kilogramos algunos kilómetros; ahora en un camión que lleva entre 20 y 50 toneladas, recorriendo a veces miles de kilómetros, o en un tren. Con la electrónica se han multiplicado igualmente las posibilidades.
La técnica desaloja al hombre del empleo, y el capitalismo no aporta enseñanza moral alguna, no contiene nada ético, todo es comercial. Así no se puede educar a un pueblo, muchas veces convierte en egoísta, ambicioso, hasta en bandido a las personas.
Hemos visto lo que acaba de ocurrir en Venezuela, es horrible. Ayer el presidente Chávez explicaba el mar de mentiras del aparato mediático, y las iba desenmascarando una a una. Pero allí en Venezuela, el imperio se empeña en crear un problema, donde la Revolución ha ido creando una conciencia, a partir -como pasó aquí- de las cosas que la Revolución hizo por el pueblo, aportando derechos que el pueblo nunca tuvo y, principalmente, educación.
Fíjense que la Revolución comenzó primero por la educación, y después continuó por la salud y así, es otro pueblo, es otro ser humano, es otra vida que vale la pena vivirse.
Cuántos millones de personas no hay que necesitan una silla de ruedas, o necesitan un equipito para oír, o una operación de la vista para no quedarse ciegos. Solo en Bolivia nuestros médicos han operado de catarata a más de medio millón de personas (Aplausos). O sea, las posibilidades de hacer bien son extraordinarias si se prepara al pueblo, esas son las ideas, es lo que defendemos. Pero hoy no hacemos nada con plantear ideas, defenderlas y luchar por ellas sin la existencia de la humanidad, en la cual cada ser humano nació, tuvo el privilegio de poder pensar, de tener inteligencia, de conocer la vida.
Ninguno de los otros seres vivientes conoce cosas como estas de las que estamos hablando. Y ya que el hombre tuvo ese privilegio, lo menos que debiera hacer es tratar de salvar la especie. ¿Por qué van a sacrificar a todos los niños y tiene que ocurrir lo que le ocurrió a la señora sobreviviente de Hiroshima cuando tenía dos años? Y no lo supo hasta que tuvo alrededor de 38, cuando le habló el padre, porque después eran discriminados, nadie sabía lo que era el efecto de las radiaciones, creían que se contagiaba con ella a otros.
Ahora imagínense, con la teoría que explicó aquí un científico de los más eminentes, sobre el invierno nuclear. Cien bombas de las 25 000 que hoy existen, mucho más potentes, crearían un invierno nuclear: la producción de alimentos desaparecería en cuestión de semanas, encima de lo golpeada que está por el deterioro del medio ambiente; en la pesca, la sobreexplotación brutal; las aguas, muy contaminadas, la industria ha lanzado sobre el mar y sobre los lagos enormes cantidades de mercurio y otros productos químicos. ¡Ah!, mientras eran pocos los habitantes del planeta, la naturaleza extensa le permitía ir resistiendo. El número de habitantes es ya más de 6 000 millones. Se calcula que en el 2050 serán 9 000 millones. Tienen que alimentarse, es su primera necesidad. ¿Se imaginan miles de millones de personas, aunque no los haya matado directamente una de las 100 bombas, que se queden absolutamente desprovistos de alimentos, y a temperaturas por debajo del punto de congelación? No funcionaría nada. Sería una agonía inconcebible.
Son cosas duras, pero hay que pensarlas, hay que decirlas; que no se pueda pensar que la humanidad fue hacia una hecatombe sin que nadie lo advirtiera. No se trata de méritos para nadie; nadie está luchando por una medalla o algo parecido, es la racionalidad elemental lo que obliga a que cada uno de nosotros tenga que pensar en eso y tenga que advertir. Es su deber hacer un esfuerzo, porque todos tienen padre, madre, hijos, todos tienen personas a las cuales aman. Pero, además, las personas más generosas aman al prójimo también, aman a los demás, aman a los vecinos, y se preocupan por ellos. El internacionalismo es luchar por aquellos que están sometidos al apartheid, a la esclavitud o al hambre.
Cualquiera de nosotros ha vivido las distintas etapas, desde que no sabía leer ni escribir hasta hoy, y sabe cómo la conciencia se puede ir desarrollando. Entonces, todos nosotros hemos adquirido un nivel determinado de conocimiento. Hay que luchar por eso, es lo que afirmo. ¡Hay que luchar sin buscar nada! Y me parece que, si a veces se esfuerza la gente por cosas intranscendentes, esto es algo por lo cual vale la pena esforzarse (Aplausos).
Perdónenme que les haya robado unos minutos más, pero me alegro mucho de haberles podido añadir estas cosas (Del público le dicen: “¡Usted es nuestro Premio Nobel de la Paz, porque lo lleva en el corazón y lo ha demostrado en estos cincuenta años!”)(Aplausos.)
¿A qué hora comenzamos nosotros? (Le dicen que a las 9:07; lleva 30 minutos.)
¿Sí? Pues, miren, no hemos cumplido ni las dos horas (Risas); pero me voy, porque empieza ya a hacer calor.
(Exclamaciones de: “¡Viva!” y “¡Fidel, Fidel, Fidel!”)
(Ovación).
En realidad hay muchas cosas, yo prometí que iba escribir en cuanto tuviera algún tiempo sobre el discurso de la ONU, fue a raíz de una situación que hoy es más grave que nunca, le decía a Rabilero. Cuando escuchábamos la bella canción interpretada por Haila le añadía al Coordinador Nacional: “Es peor ahora, el mundo está más amenazado.” Han transcurrido 50 años de lucha, hemos sido testigos de una larga evolución, y por eso hablaba de la importancia de reconstruir aquel discurso, aunque tenga que dividir el análisis en tres o cuatro partes. Tiene 128 páginas, y fue como el que pronuncié aquí el día que se fundó la organización de los CDR, no algo preconcebido, había pensado mucho, había observado los acontecimientos, nos hicieron horrores: nos sacaron del hotel cercano a la ONU, trataron de confiscar nuestro avión, inventaron planes de todo tipo; nadie más nos hospedaba, entonces me fui para Harlem, allí me recibieron con calor, conocí y conversé con Malcom X y otros líderes de la comunidad. Nos alojamos en el hotel “Theresa”, que era de madera.
Allí me fueron a visitar muchos de los líderes, allí fue Jruschov, fue Nasser, fueron los más prestigiosos del Campo Socialista y del Tercer Mundo, en muestra de solidaridad. Del “Theresa”, íbamos a la reunión de la ONU. Calculen las cosas que uno había acumulado.
Entonces el 26, que era mi turno, comencé a hablar tranquilamente y tranquilamente estuve más de seis horas (Risas y aplausos), es así. Pero toqué, fui tocando uno a uno los puntos (Aplausos), y si hoy pudiéramos hablar de un pensamiento, habría que ir a La Historia me Absolverá, cuando el Moncada, después a la reunión mencionada de la ONU, y finalmente, la que tuve aquí con el pueblo el día en que se fundaron los Comités de Defensa de la Revolución; calculen 50 años de lucha. No es que uno tuviera planes de crear una doctrina. Cómo podía uno imaginar las atrocidades que era capaz de cometer el imperio, y los planes de atentado que elaborarían, pero fueron tan autosuficientes y estúpidos que ni siquiera tuvieron éxito (Risas y aplausos).
Miren, resulta que una vez estábamos hablando desde esa tribuna (Señala el balcón del antiguo Palacio), creo que fue en una ocasión posterior; en uno de esos apartamentos situados a la derecha, miren qué distancia, menos de 100 metros, había un grupo de hombres con fusiles de mira telescópica, calibre 30.06, ametralladoras, bazucas, no se cuántas armas, estábamos en ese balcón y no se atrevieron a disparar, ¡vean!, es así; ya ellos venían preparando los planes desde antes de aquel acto (Aplausos).
Después, para qué hablar de tantos planes (Le dicen algo), pero el tiro les salió por la culata (Risas y aplausos). Ah, cada una de esas cosas se convierten en instrumento, en armas, en argumentos, y por eso es muy importante en la batalla de ideas, que el pensamiento continúe desarrollándose, es esencial.
Les decía, realmente, y en estos días escribí algo que nos puede ayudar a comprender la calaña del imperio, y fue con motivo de la visita de los japoneses, un conocido grupo de la paz, japonés, Peace Boat; así se llama, un grupo que hace mucho tiempo que viene visitando Cuba. La señora que habló en nombre de los sobrevivientes tenía sólo dos años cuando el ataque atómico a Hiroshima; hizo una exposición extraordinaria que conmovió, realmente, a todos. Yo me quedé pensando en aquello, porque cuando se publicó la transmisión del encuentro en el Palacio de Convenciones por televisión, no había traducción simultánea, es decir, cuando hay traducción simultánea, el trabajo se hace desde una cabina, pero allí estábamos en una mesa, y las voces de las intérpretes, que estaban muy próximas al micrófono, se sobreponían a mis palabras, las cuales no podían escucharse bien. Deseaba que se conociera bien el diálogo, qué hice: publiqué tres Reflexiones con el contenido del mismo, que no fueran muy largas. Me asombró lo que ellas contaron, no es lo mismo leerlo que escuchar a una persona haciendo la historia de lo sufrido por los sobrevivientes.
Leyendo un artículo sobre Truman, publicado en el Global Research, me quedé asombrado ¿qué hizo Truman? Fue el que sustituyó a Roosevelt. Roosevelt era un hombre de otra ética, aunque representaba un sistema económico capitalista, convertido ya en un imperio, que iba desarrollándose, no había llegado todavía a la plenitud, aunque marchaba hacia allá con gran ritmo. Roosevelt muere y queda el Vice al frente del país.
Muchas veces en Estados Unidos los candidatos a la presidencia seleccionan un Vice de otras ideas, en busca de cierta unidad: va uno, que si es de cierta tendencia llamada de izquierda, escoge un candidato más de la llamada corriente derechista, más aún en caso de guerra. Así fue como Truman asume la presidencia, y es el que ordena usar las dos armas nucleares cuando ésta virtualmente había finalizado. Los soviéticos ya habían concluido su batalla en Berlín, corazón del Tercer Reich, y mediante enormes esfuerzos enviaron sus tropas a Manchuria. Ya antes combatieron allí. Los japoneses habían invadido aquella región de China, en vísperas de la Segunda Guerra Mundial. En ese territorio chocaron con las tropas soviéticas, bajo el mando, precisamente, de Zhukov, y sufrieron una derrota. Después de la invasión nazi a la URSS, cuando Japón entró en guerra con posterioridad al ataque a Pearl Harbor, ocuparon de nuevo el territorio de Manchuria y al final de la contienda, habían concentrado el grueso de sus fuerzas en esa región. Cuando las aguerridas tropas soviéticas lanzaron el ataque en incontenible ofensiva, el imperio japonés comenzó a desmoronarse por completo, solo y sin aliados no tenía la menor posibilidad de resistir. No había necesidad alguna de usar el arma atómica, era cuestión de días el fin de la guerra; pero el Gobierno de Estados Unidos quería usarlas, tenían sólo dos bombas en ese momento: una de uranio y otra de plutonio. Dos nada más, pero no las lanzaron sobre una instalación militar, sino sobre una ciudad civil indefensa. Mataron más de cien mil personas instantáneamente, y otras fueron gravemente afectadas. Durante 65 años han estado sufriendo y muriendo los que no murieron desde el primer instante.
¿Qué hace Truman? Él escribió un diario donde hacía constar su actividad diaria. Pronunció un discurso público, por radio, para informar el lanzamiento de la bomba, y afirma en el textualmente: “El mundo sabrá que la primera bomba atómica se dejó caer sobre una base militar de Hiroshima. Esto fue porque deseábamos en este primer ataque evitar, en la medida en que fuera posible, el asesinato de civiles…” Leyendo esos papeles, uno se queda frío cuando piensa que aquel hombre tuvo el descaro, la desvergüenza, el cinismo de publicar que habían utilizado aquella bomba contra una base militar en Hiroshima; pero eso no era todo, eso fue lo que dijo después que lanzó la bomba de uranio; tres días después lanzó la de plutonio sobre Nagasaki.
En cada uno de estos materiales -no aspiro a que se comprenda mucho más de inmediato-, se habla de la masa crítica. La masa crítica voy a definirla como la cantidad de material radiactivo que hay que acumular para que se produzca la explosión; una tiene tal cantidad, 52 kilogramos de uranio enriquecido. En la naturaleza nunca existen 50 kilogramos, es un material muy escaso y disperso en las minas. En las bombas se colocan dos cantidades de uranio enriquecido, separadas entre sí, que son unidas mediante mecanismos explosivos convencionales para crear la masa crítica requerida para una explosión atómica. Si en vez de uranio se utiliza plutonio, bastaría 10 kilogramos igualmente refinados para crear la masa crítica que produce la explosión. Eso es así, y expresa el increíble avance de la ciencia en los conocimientos de la naturaleza, del espacio, de la materia.
En lo que declaró, después que lanzó la bomba, pudiera todavía decirse: “Bueno, este bárbaro no sabía qué era esa arma”; pero él sabía mejor que nadie lo que era el arma, porque aparece en el diario que escribía el tipo lo que está en el periódico de hoy -hoy salió la tercera parte-, lo que él explica: “Se ha desarrollado el arma más terrible que jamás se concibió.” Habla de la era en que eso no era imaginable, en aquella época de los tiempos remotos cuando se hablaba de cosas horribles.
¿Alguno de ustedes tiene, por casualidad, un ejemplar del periódico Granma? Ya que estamos hablando del tema, se puede encontrar; yo tengo mis espejuelos, puedo leer todavía la letrica del periódico.
Ustedes verán lo qué escribió Truman sobre la bomba el 25 de julio, 12 días antes de lanzarla.
¿No aparece un periódico? ¿Pero tiene tan pocos lectores Granma?
(Le entregan el periódico). Me han traído uno viejo (Risas). (Le explican que hay uno de ayer y otro de hoy). Ah, era el de ayer. Yo era el que estaba equivocado (Risas).
Escuchen lo que dijo el señor Truman, que debe estar en algún lugar del infierno, me imagino (Risas).
“Hemos descubierto la bomba más terrible en la historia del mundo. Podría ser la destrucción de fuego predicha en la era del valle del Éufrates, después del Arca de Noé… Esta arma se va a usar contra Japón… [Nosotros] la usaremos con el propósito de que los objetivos militares y soldados y marineros sean la meta y no las mujeres y niños. Incluso si los japoneses son salvajes, despiadados y fanáticos, nosotros como líderes del mundo para la asistencia social común no podemos dejar caer esa terrible bomba sobre la vieja capital o la nueva… La meta será meramente militar… puede ser la cosa más terrible alguna vez descubierta, pero puede ser de hecho la más útil.”
Ahí ven el esqueleto del alma de un imperialista. El mundo tiene que saber eso, tiene que conocerlo; porque hoy -y por eso hablaba con Rabilero- si ustedes ven las teorías que tienen, los planes que tienen y las doctrinas militares que aplican, realmente se quedan fríos. Por eso es que yo, no es que exagere, no es que magnifique, es que la única posibilidad sería denunciar y denunciar. Únicamente si se logra que haya una opinión en el mundo suficientemente fuerte, se podía impedir realmente el fin de la especie; es algo matemáticamente exacto.
A mí me parece que sería bueno, tal vez, que se conocieran algunas de estas ideas sobre qué es el arma nuclear. Yo he visto algunas imágenes sobre lo que es la masa crítica, lo que significa su empleo como arma: bueno, tomar la energía que mueve al universo para la guerra. Uno habla de que a 100 grados hierve el agua, no se puede meter la mano; a 660 se funde el aluminio; a un poco más de 1 500, el hierro; y a 3 000, prácticamente todos los metales y materiales. ¿Qué será a los 10 000? ¿Qué será a los 100 000? ¿Qué será al 1 000 000 de grados? Pues bien, a través de la explosión atómica producto de la masa crítica, se puede alcanzar millones de grados de calor, -veo que algunos de ustedes usan espejuelos oscuros, creo que estos mismos que yo uso se pueden poner oscuros; con estos los veo, hasta puedo leer-, fue sin duda alguna el mayor y más cínico asesinato de la historia (Aplausos).
Me los quito (Se refiere a los espejuelos suyos). Esta es la primera vez que los uso. ¿Ustedes se los quitaron? Yo recordaba que, los mismos que realizaron los experimentos iniciales en territorio desértico de Estados Unidos, y a bastante distancia, usaban los espejuelos negros para evitar que el rayo de luz les dañara la vista, porque son fenómenos inimaginables para los conceptos que tenemos de lo que es el calor, de lo que es la luz. Entonces, yo creo que no le haría daño a nuestro país, al contrario, le daría cultura; le daría una cultura que no tienen, desgraciadamente, los pueblos. Debemos hacer que los pueblos conozcan, porque los motivaría a luchar, qué es la masa crítica, en qué consiste, cuánta energía es capaz de crear, qué hace el imperio con ella, cuál es su doctrina militar.
No quiero extenderme y abordar más temas, porque serían unos cuantos, a partir de las cosas que uno ve.
¿Qué dijo hace unos días el caballerito que está allí en la presidencia de Estados Unidos? De repente uno se asombra, porque puede pensar que va a haber un poquitico de decencia, pero usted descubre desgraciadamente que esa palabra no existe, casi asusta. Bueno, no queda más que la esperanza de que por lo menos sea inteligente.
Se supone que no quieran sacrificar al pueblo de Estados Unidos, porque los únicos que lo amenazan son ellos, los únicos que pueden desatar una guerra, y todo lo que hacen conduce a la guerra. No es Rusia, aunque se trate actualmente de un país capitalista, no es China, ambos han desarrollado esas armas como un instinto defensivo, pero no para conquistar otros países. Los yankis las desarrollan para mantener un dominio sobre el planeta. Es imposible que el sistema capitalista pueda perdurar, su etapa ya pasó, no es compatible, con la existencia de miles de millones de seres humanos, sus necesidades vitales, la contaminación del medio ambiente, el agotamiento de los recursos materiales, los avances de la ciencia por un lado y la productividad asombrosa del trabajo por otro, esta puede llegar a ser cien o doscientas veces mayor que hace 200 años.
Les puedo citar un ejemplo: cuando la compañera Haila cantaba, la estábamos escuchando todos. Si no existieran los altoparlantes, no podían oírla allá. Pero, bueno, antes de la radio, había que ir a un teatro para escuchar a una bella voz, y las expresiones de una persona que acompañara su canto, o el espectáculo extraordinario de un ballet como el nuestro, que pronto cumplirá un importante aniversario más (Aplausos). Cuando decenios atrás surgió la radio, cientos de miles de personas, incluso millones, podían escuchar una noticia cientos de miles de veces. En cierta ocasión, un programa de radio que transmitía la narración de un famoso escritor, estuvo a punto de producir una catástrofe entre personas que creyeron que lo narrado se estaba produciendo.
Ahora con la televisión, si ella canta, en una hora pueden verla y escucharla 3 millones de cubanos; o 100 millones pueden ver un partido de fútbol. De un partido de fútbol se enteraban unos pocos, a veces cuando llegaba un cable y salía un periódico y el periódico llegaba al lector si sabía leer. Si tiene hoy un televisor, usted se encuentra con que el esfuerzo de un artista está siendo disfrutado por millones de personas. No es igual en todas las actividades, pero la multiplicación de la productividad ocurre con muchas.
Antes un hombre con un burrito trasladaba 100 ó 150 kilogramos algunos kilómetros; ahora en un camión que lleva entre 20 y 50 toneladas, recorriendo a veces miles de kilómetros, o en un tren. Con la electrónica se han multiplicado igualmente las posibilidades.
La técnica desaloja al hombre del empleo, y el capitalismo no aporta enseñanza moral alguna, no contiene nada ético, todo es comercial. Así no se puede educar a un pueblo, muchas veces convierte en egoísta, ambicioso, hasta en bandido a las personas.
Hemos visto lo que acaba de ocurrir en Venezuela, es horrible. Ayer el presidente Chávez explicaba el mar de mentiras del aparato mediático, y las iba desenmascarando una a una. Pero allí en Venezuela, el imperio se empeña en crear un problema, donde la Revolución ha ido creando una conciencia, a partir -como pasó aquí- de las cosas que la Revolución hizo por el pueblo, aportando derechos que el pueblo nunca tuvo y, principalmente, educación.
Fíjense que la Revolución comenzó primero por la educación, y después continuó por la salud y así, es otro pueblo, es otro ser humano, es otra vida que vale la pena vivirse.
Cuántos millones de personas no hay que necesitan una silla de ruedas, o necesitan un equipito para oír, o una operación de la vista para no quedarse ciegos. Solo en Bolivia nuestros médicos han operado de catarata a más de medio millón de personas (Aplausos). O sea, las posibilidades de hacer bien son extraordinarias si se prepara al pueblo, esas son las ideas, es lo que defendemos. Pero hoy no hacemos nada con plantear ideas, defenderlas y luchar por ellas sin la existencia de la humanidad, en la cual cada ser humano nació, tuvo el privilegio de poder pensar, de tener inteligencia, de conocer la vida.
Ninguno de los otros seres vivientes conoce cosas como estas de las que estamos hablando. Y ya que el hombre tuvo ese privilegio, lo menos que debiera hacer es tratar de salvar la especie. ¿Por qué van a sacrificar a todos los niños y tiene que ocurrir lo que le ocurrió a la señora sobreviviente de Hiroshima cuando tenía dos años? Y no lo supo hasta que tuvo alrededor de 38, cuando le habló el padre, porque después eran discriminados, nadie sabía lo que era el efecto de las radiaciones, creían que se contagiaba con ella a otros.
Ahora imagínense, con la teoría que explicó aquí un científico de los más eminentes, sobre el invierno nuclear. Cien bombas de las 25 000 que hoy existen, mucho más potentes, crearían un invierno nuclear: la producción de alimentos desaparecería en cuestión de semanas, encima de lo golpeada que está por el deterioro del medio ambiente; en la pesca, la sobreexplotación brutal; las aguas, muy contaminadas, la industria ha lanzado sobre el mar y sobre los lagos enormes cantidades de mercurio y otros productos químicos. ¡Ah!, mientras eran pocos los habitantes del planeta, la naturaleza extensa le permitía ir resistiendo. El número de habitantes es ya más de 6 000 millones. Se calcula que en el 2050 serán 9 000 millones. Tienen que alimentarse, es su primera necesidad. ¿Se imaginan miles de millones de personas, aunque no los haya matado directamente una de las 100 bombas, que se queden absolutamente desprovistos de alimentos, y a temperaturas por debajo del punto de congelación? No funcionaría nada. Sería una agonía inconcebible.
Son cosas duras, pero hay que pensarlas, hay que decirlas; que no se pueda pensar que la humanidad fue hacia una hecatombe sin que nadie lo advirtiera. No se trata de méritos para nadie; nadie está luchando por una medalla o algo parecido, es la racionalidad elemental lo que obliga a que cada uno de nosotros tenga que pensar en eso y tenga que advertir. Es su deber hacer un esfuerzo, porque todos tienen padre, madre, hijos, todos tienen personas a las cuales aman. Pero, además, las personas más generosas aman al prójimo también, aman a los demás, aman a los vecinos, y se preocupan por ellos. El internacionalismo es luchar por aquellos que están sometidos al apartheid, a la esclavitud o al hambre.
Cualquiera de nosotros ha vivido las distintas etapas, desde que no sabía leer ni escribir hasta hoy, y sabe cómo la conciencia se puede ir desarrollando. Entonces, todos nosotros hemos adquirido un nivel determinado de conocimiento. Hay que luchar por eso, es lo que afirmo. ¡Hay que luchar sin buscar nada! Y me parece que, si a veces se esfuerza la gente por cosas intranscendentes, esto es algo por lo cual vale la pena esforzarse (Aplausos).
Perdónenme que les haya robado unos minutos más, pero me alegro mucho de haberles podido añadir estas cosas (Del público le dicen: “¡Usted es nuestro Premio Nobel de la Paz, porque lo lleva en el corazón y lo ha demostrado en estos cincuenta años!”)(Aplausos.)
¿A qué hora comenzamos nosotros? (Le dicen que a las 9:07; lleva 30 minutos.)
¿Sí? Pues, miren, no hemos cumplido ni las dos horas (Risas); pero me voy, porque empieza ya a hacer calor.
(Exclamaciones de: “¡Viva!” y “¡Fidel, Fidel, Fidel!”)
(Ovación).
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