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/ Sexta parte
La entrega total del país a los intereses trasnacionales –impulsada por el plan México 2030, Proyecto de Gran Visión, del panista Felipe de Jesús Calderón Hinojosa– incluye los ámbitos político, gubernamental y militar. En su último capítulo, el expediente revela que, en 20 años, “algunos mexicoamericanos” ocuparán “cargos públicos de relevancia en ciertas áreas”.
Esto, como parte del “proceso de integración con América del Norte”; cuyas primeras etapas abarcan las “áreas financiera, comercial y de políticas públicas”, detalla el documento de la política exterior, compilado en el capítulo “Eje 5. Democracia efectiva y política exterior responsable”. El objetivo, según el proyecto transexenal, es que el país tenga un “liderazgo consolidado”.
La “integración” es, en realidad, la anexión, señala Pablo Moctezuma Barragán, autor de México, dependencia y autoritarismo y Cronología histórica de las intervenciones de EUA, entre otros libros. Acerca de la participación abierta de mexicoamericanos en el gobierno, indica: “Es la anexión ya descarada. Así seríamos un país accionista-asociado”.
Explica que el modelo que se quiere imponer con estos planes es neocolonialista. “El desarrollo económico no se da en función del bienestar de la población, sino de las funciones de la metrópoli”: el país produce materias primas (oro, plata, petróleo) y Estados Unidos y Canadá devuelven productos industrializados. Añade que, en este modelo, los derechos de las corporaciones trasnacionales se hacen valer en contra de los derechos nacionales.
En su último apartado, el Proyecto de Gran Visión establece que el país será “parte fundamental de una comunidad de América del Norte, que abarca a México, Estados Unidos y Canadá”.
El problema es que el análisis de las relaciones internacionales –hecho en el contexto de los talleres temáticos a los que convocó Calderón Hinojosa en octubre de 2006– parte desde Estados Unidos, como si la Unión Europea no existiera; como si China, Japón, Rusia e India tuvieran un valor muy relativo, considera el exdiplomático Héctor Lerín Rueda.
Esa “comunidad norteamericana”, dice el documento desclasificado por la Presidencia, estará “integrada con políticas e instituciones compartidas, incluyendo un espacio de seguridad común y una relación profunda en materia de migración, comercio e inversión”.
Moctezuma Barragán refiere que “ya nos anexaron económicamente y (ahora) nos van anexar militarmente. El reto está en qué modelo económico presentan para que no se vea tan feo. Por ejemplo, Puerto Rico es una colonia, pero también dicen que es un Estado independiente-asociado”.
Aunado a ello, el documento plantea abandonar la concepción de la soberanía: “Se deben reconsiderar conceptos considerados como ‘sacrosantos’, como el de la soberanía, ya que detonan debates que puedan llegar a contaminar la agenda internacional del país”.
Anexión militar
El expediente México 2030, Proyecto de Gran Visión, consta de 14 documentos que suman 831 páginas. Originalmente clasificados como confidenciales, éstos contienen los resultados de los talleres temáticos convocados por el panista Felipe de Jesús Calderón en octubre de 2006, tras ser declarado presidente electo de México por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y en plena crisis poselectoral.
Los talleres fueron auspiciados por el Fideicomiso para Apoyar el Cambio de Administración del Ejecutivo Federal y se dividieron en cinco ejes: estado de derecho y seguridad pública; economía competitiva y generadora de empleos; igualdad de oportunidades; desarrollo sustentable; democracia efectiva y política exterior responsable.
En su nota “xvi”, correspondiente al capítulo “Eje 5. Democracia efectiva y política exterior responsable”, el documento revela que el Ejército y la Marina participarán en invasiones y conflictos internacionales. Al consensuar la “visión” de que México será “un país con fuerzas armadas puntero que contribuyen a consolidar el liderazgo hemisférico”, los autores del plan acordaron que “el papel del Ejército no se circunscribiría a su intervención en situaciones de conflicto, pues su colaboración también era muy valiosa en otras situaciones de no beligerancia, como los desastres naturales”.
—Al territorio mexicano (los estadunidenses) lo quieren usar para sus fines de construcción imperial, y en gran medida quieren a México como un territorio controlado, como fuente de petróleo y materias primas de todo tipo, pero también como fuente de soldados. No sólo quieren petróleo, quieren sangre mexicana para sus guerras –dice Moctezuma Barragán.
El doctor en estudios urbanos critica que, con ello, la nación mexicana limitará su papel internacional a la seguridad que requiere Estados Unidos: “Nos quieren integrar en sus planes de guerra”.
De acuerdo con el Proyecto de Gran Visión, para 2030 México será “un país muy activo en el sistema militar internacional de seguridad, para ser escuchado por otros actores internacionales de gran peso”; compartirá “zonas y perímetros de seguridad en el hemisferio”, y será una “potencia media” con capacidad militar para “defender al mundo y sus intereses”.
Lerín Rueda –excónsul de México en Puerto Rico, exjefe de cancillería de la embajada mexicana en Nicaragua y profesor de la cátedra América Latina Hoy, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México– observa que la nación mexicana debe tener “mucho cuidado” en el uso de las fuerzas armadas, “cada vez más involucradas en el proyecto geopolítico norteamericano”.
—Dentro de la estrategia militar que se formula en Estados Unidos, hace tiempo que están pensando que México tiene graves deficiencias y que en algunos terrenos es hasta un Estado fallido. Tienen razón desde su propia lógica: ellos nos ven como un potencial país de conflicto, que podría, en un determinado momento, no ser capaz de salir adelante en asuntos como el del narcotráfico. Hasta la posibilidad de convertirse en un Estado narco”.
Influencia militar internacional
Según el plan México 2030, en el ámbito militar, el país será “un actor muy influyente en la definición de la agenda hemisférica”. Aunque este último capítulo plantea que las fuerzas armadas se integren a la política exterior, fortaleciendo el liderazgo de México a nivel hemisférico, en el primer capítulo –dedicado al estado de derecho y la seguridad pública– no se promueve una reforma militar que posibilite eso, critica Jorge Luis Sierra.
El especialista en seguridad nacional y fuerzas armadas dice que no hay un “fortalecimiento en un sentido militar clásico, conforme a los intereses nacionales, no a los intereses de un grupo en el poder o del presidente en turno”. La participación de las fuerzas armadas en la seguridad internacional, explica, abandona el concepto clásico de la defensa nacional.
De acuerdo con el proyecto transexenal calderonista, en dos décadas el país será “promotor de solución de conflictos e impulsor de temas prioritarios, en especial en el de seguridad”.
—El plan estratégico de ellos es tener a México integrado en su área de seguridad; pero integrado como traspatio, por eso (Estados Unidos construyó) el muro. No se le va a integrar en igualdad de condiciones, sino que se va a usar su territorio para los fines que necesite Estados Unidos –dice Moctezuma Barragán.
Ése es el contexto de la Iniciativa Mérida, “que es un símil del Plan Colombia”, agrega el también autor deMéxico: dependencia y autoritarismo. Indica que los planes para México se pueden prever a partir de lo que sucede en aquel país, donde ya hay siete bases militares estadunidenses. “A México lo quieren colombianizar, y el plan es usarlo como parte de su área de control militar”.
Riesgo de intervención
Los acuerdos que el gobierno de México viene pactando –tras los atentados del 11 de septiembre de 2001– con Estados Unidos, para garantizarle su seguridad, entrañan el riesgo de la intervención militar.
Para Moctezuma Barragán, el contexto es muy difícil, pues es previsible un conflicto bélico internacional de grandes proporciones. Estados Unidos está en declive económico y político; por ello, “está preparándose para la guerra. Quiere mantener su hegemonía, pero por el paso del control militar. Ya en el discurso de Barack Obama, de principios de 2010, se habló de la amenaza de China y de la India, y de las tensiones crecientes con Rusia e Irán”.
Históricamente, dice el investigador, las crisis llevan a la guerra: las invasiones a Afganistán e Irak se dieron después de la crisis de 2001 y la caída de las torres gemelas. La crisis de 1991 llevó a la guerra de Irak. Mientras que la Segunda Guerra Mundial fue producto de la crisis de 1929-1934.
En este contexto, explica el académico, el gobierno estadunidense necesita controlar su territorio estratégico: su área de seguridad, que involucra a Canadá y a México. “Necesita un control militar directo”.
Con la firma del Acuerdo para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte, Canadá admitió que las fuerzas armadas estadunidenses intervengan en su territorio en casos de desastres naturales y revueltas sociales, sin necesidad de avisar al primer ministro o al Congreso, explica Moctezuma Barragán. Agrega que eso mismo quieren lograr con México.
El investigador dice que, hasta ahora, México no participaba de esa guerra contra el terrorismo porque aquí no había terrorismo. Entonces, indica, comenzaron los actos terroristas, como las 12 personas decapitadas en Yucatán, en agosto de 2008; o la bomba lanzada contra civiles en Morelia, el 15 de septiembre de ese mismo año.
—Todas estas matanzas que han habido en México tienen como objetivo crear un clima de inseguridad y justificar la intervención directa de Estados Unidos –refiere Moctezuma Barragán.
Contralínea solicitó conocer la versión de la Presidencia, a través del secretario técnico Nicolás Lohmann Rocha. Hasta el cierre de edición, no se obtuvo respuesta.
Plan 2030 rechaza al BRIC, margina a Latinoamérica y amenaza a Cuba
Al definir el tipo de relaciones que México establecerá con el mundo en las próximas dos décadas, el documento dedicado a la política exterior –compilado en el “Eje 5. Democracia efectiva y política exterior responsable”– no sólo prioriza el vínculo con América del Norte, sino que rechaza el desarrollo tipo BRIC (Brasil, Rusia, India y China). Además, margina la relación con América Latina, al limitarla a cinco países. Al tiempo, enfatiza su “interés” en Cuba.
En 2030, éste será “un país desarrollado no BRIC, con flujos migratorios hacia México que ha dejado de ser país expulsor de mano de obra” (sic), indica el reporte consultado por Contralínea.
Para el exdiplomático Héctor Lerín, esa propuesta se finca en la visión de que “México no debe molestar a Estados Unidos con estos países que, de algún modo, Washington considera como potenciales rivales y en algún momento hasta como enemigos”.
El excónsul de México en Puerto Rico indica que este tipo de visiones son “sumamente limitadas y temerosas: que hagamos amistad con todos los países del mundo no tiene por qué interpretarse como anti-Estados Unidos”.
Al respecto, Pablo Moctezuma Barragán señala que un documento de política exterior tiene que tener vínculos con todos los países del mundo. Pero, critica, el plan 2030 “está en negativo, diciendo que nos vamos a oponer a Brasil, Rusia, India y China. Éstos son los países competidores de Estados Unidos, entonces está muy claro que va acorde con la lógica de Estados Unidos y no con la de México”.
El documento también refiere que, en dos décadas, México será “un país con relación estratégica con cuatro o cinco países de América del Sur”. Además, entre los factores inhibidores al plan, identifica que en América Latina hay liderazgos personalizados y populistas del pasado.
Moctezuma Barragán opina que la alusión es en contra, sobre todo, de tres gobiernos: el de Raúl Castro, en Cuba; el de Hugo Chávez, en Venezuela; y el de Evo Morales, en Bolivia.
Las referencias a Cuba van más allá: “Formar parte y ser un líder de la comunidad económica de América del Norte y Central, en especial Cuba”. El académico Héctor Lerín dice que “es una visión muy curiosa: tratan de implicar a Cuba y a Centroamérica y dicen que todos se vuelvan hacia el Norte”.
Agrega que “Estados Unidos y sus ideólogos quisieran una Cuba dominada por una visión capitalista, que volviera otra vez a las bendiciones del mercado. Eso que plantea la clase política mexicana, es una grosería”.
El exdiplomático considera que “nosotros no podemos obligarlos ni insinuarles (a los países de Centroamérica y a Cuba) que vean hacia el Norte. Tienen derecho también de ver al Sur”. Lerín considera que estos planteamientos se dan porque quienes manejan la política exterior de México son burócratas que están en Los Pinos; por ello, señala, han desarticulado el servicio exterior mexicano. (NF)
Adiós a la tradición no intervencionista
Uno de los objetivos del plan México 2030, Proyecto de Gran Visión, es que los mexicanos olviden su pasado no intervencionista. Según los autores, se debe transitar hacia “un país con proyección positiva hacia América del Norte, con una política exterior del siglo XXI capaz de enfrentar la globalización, que haya superado la política exterior del siglo XX que en su momento fue eficaz para enfrentar la Guerra Fría”.
Pablo Moctezuma Barragán recuerda que, en esa época, México fue el primer país del mundo que protestó por la invasiones de Hitler y Mussolini en Albania, Checoslovaquia y otras naciones. Ésa era la tradición no intervencionista, rememora el investigador. (NF)