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viernes, 1 de abril de 2011

"Ninguna revolución llegará a buen puerto si no imaginamos un futuro árabe colectivo desligado de los intereses imperialistas"


  • Carta de una árabe sobre las revoluciones árabes

Mariam Al-Saqar
Rebelión

Traducido para Rebelión por Loles Oliván

Quiero exponeros mis pensamientos para que no penséis que guardo silencio. Lo que me pasa es que no logro concentrarme demasiado últimamente porque me siento perdida ante el discurrir de los acontecimientos. Tengo para mí que muchos de vosotros no compartiréis mis percepciones, una de las cuales quisiera esbozar aquí, si es posible. Es esta:

En 1916, el Sharif Husein de La Meca promovió un levantamiento contra los otomanos que se dio en llamar la gran revolución árabe. Respaldada y soportada por la gente de bien, comprometió a todo un pueblo harto del yugo turco, aceptando la colaboración de los británicos a quienes creían participes de su ansiada libertad.

Un año después, con la revolución bolchevique en marcha, los árabes descubrieron que todo había sido una farsa, una traición, y que desde hacía un año se había firmado en secreto el Acuerdo Sykes-Picot que pergeñaba la partición del mundo árabe entre Francia y Gran Bretaña.

Rememoro este episodio trágico de nuestra Historia porque desde muy temprano me hizo comprender que las revoluciones se hacen para romper lo que nos atenaza y elegir un futuro colectivo, y no solo para nombrar a un gobernante; no necesitamos una revolución para cambiar de gobierno. Esta es una diferencia esencial que el pueblo árabe ha comprendido y por la que está llevando a cabo hoy en día una autentica revolución, porque está buscando su futuro colectivo, restaurar su dignidad y ser dueño de su propio destino.

Sin embargo, hemos sido atrapados por la propaganda de unos medios de comunicación que nos están llevando a donde los intereses del sionismo y de Estados Unidos siempre han querido.

Yo no creo en la honestidad ni en la moral de quien quiera que sea si permite o presume que una revolución se puede llevar a cabo recibiendo apoyo de misilestomahawk o de otro tipo de bombarderos avanzados, y pretende seguir llamando a ese proceso “revolución”. Y no importa quién sea el gobernante que se quiera derrocar —porque de eso es de lo que se trata únicamente, de cambiar al gobernante— si conduce al país y al pueblo al caos, a la fractura, a la dependencia, a la pérdida de soberanía y a la tutela exterior.

Cualquier revolución en esta parte del mundo implica derrumbar las bases mismas de los intereses imperialistas y sionistas y su hegemonía.

La libertad de cualquier país árabe por separado, y no en el contexto del mundo árabe en su conjunto, nos llevará al desmembramiento de nuestros países y, permitidme que afirme aquí, que esa es la determinación de algunos, como Qatar: impedir que ningún país árabe tenga más influencia que su emirato, a lo cual está contribuyendo sobremanera al-Yasira.

Es posible que pueda parecer extremista en esta opinión, pero el modo en que se creanlos acontecimientos me mueve a esta conclusión y todo lo que se está diciendo de Yemen o Bahréin o Sudán, e incluso de Jordania me reafirma en la misma idea.

La espontaneidad y la grandeza de las revoluciones tunecina y egipcia han tenido la capacidad de imaginar y diseñar un futuro liberador para sus pueblos. Pero para que un futuro así se plasme en la realidad de nuestra vida como ciudadanos y ciudadanas árabes libres, hay que tomar una dirección que no puede ser sino contraria al diseño al que Estados Unidos, el sionismo y sus esbirros nos han confinado. Puedo asegurar, según mis convicciones, que ninguna revolución llegará a buen puerto si no imaginamos y pensamos un futuro árabe colectivo desligado de los intereses imperialistas.

Me atrevo a decir que la acumulación de injusticia en la esencia del ser árabe a lo largo de tantas décadas de humillación, coronada hace ocho años con la ocupación de Bagdad, ha sido el combustible de esta explosión jubilosa por la libertad que iba por la senda correcta hasta que los medios de información —perros fieles de sus amos— empezaron a crear acontecimientos en vez de cubrirlos, y a intentar hacernos creer que Occidente ha venido a apoyar nuestras revoluciones a bombazos para que podamos elegir a nuestros nuevos gobernantes. Pretenden convencernos de que lo que estamos buscando y lo que necesitamos son las urnas a la iraquí y no un futuro de libertad, dignidad y esperanza. Solo urnas y nada más que urnas donde depositar las papeletas diseñadas en otra parte, con nombres puestos por otros y engañosamente propagadas por medios tales como al-Yasira y al-Arabiya, para hacernos olvidar que el objetivo es la revolución.

Podéis seguir diciendo que sigo instalada en la teoría de la conspiración, es posible. Pero lo que sigo creyendo es que los árabes no podrán ser libres si no consiguen reafirmar su identidad e integrar su propio hábitat de forma colectiva y sólidamente entrelazada, sin interferencia exterior. Obviamente, ello contradice y lleva implícito el rechazo de la teoría de la globalización, del sometimiento al mercado, y del principio de la “la democracia” que nos impone Occidente. Y a este respecto, ahí tenemos para que permanezca en nuestra memoria colectiva como un reclamo, el ejemplo de la aniquilación de Iraq, que al final casi nadie toma ya como patrón de análisis.

La lucha no-violenta palestina desmonta el discurso victimista de la potencia ocupante, de ahí el empeño sionista por aniquilarl


  • Los esfuerzos del todopoderoso Estado israelí para aplastar la protesta popular palestina

Amira Hass
Haaretz

Traducido para Rebelión por LB

"Ahora que Abdullah Abu Rahma ha salido de la cárcel, los soldados israelíes y los honorables jueces del tribunal militar tendrán tiempo para ocuparse de Bassem Tamimi". Así fue como el coordinador del Comité Popular de Nabi Saleh, Bassem Tamimi, fue presentado ante los invitados que acudieron a felicitar al vecino de Bil'in Abu Rahma por su puesta en libertad tras haber pasado en la cárcel 16 meses acusado de de incitación y organización de manifestaciones ilegales. Veinticuatro horas más tarde, la mañana del jueves, los israelíes detuvieron a Tamimi.

Sin embargo, la verdad es que tras la liberación de Abu Rahma el ejército israelí ha desplegado sus mejores soldados, investigadores y jueces para proteger a Israel de Bassem Tamimi, de 44 años de edad, y de la propagación del virus de la insurrección popular.

Durante las últimas dos semanas nos reunimos varias veces -en Ramala, no en Nabi Saleh. 

Enfrentarse a la represión de las manifestaciones que se celebran semanalmente en esa aldea constituye un reto que vale más dejárselo a personas experimentadas. Enormes cantidades de gases lacrimógenos, balas [de acero recubiertas de una fina membrana] de goma que vuelan entre los edificios, botes de gas de largo alcance (ilegales), palizas, allanamientos y empujones: ese es el instrumental que el ejército israelí utiliza contra esta pequeña aldea palestina de 500 habitantes. Desde que las manifestaciones comenzaron en 2009, 155 habitantes del pueblo han resultado heridos, el 40% de ellos niños. Treinta y cinco casas han resultado dañadas en el proceso de dispersión de manifestaciones y siete se han incendiado.

La Administración Civil israelí no tiene reparos en actuar. Ha emitido 11 órdenes de demolición para derribar diversas ampliaciones realizadas en casas situadas en la zona C (aproximadamente la mitad de la aldea está situada en esa zona, lo que significa que se encuentra bajo completo control israelí en materia administrativa y de seguridad).

Dicho llanamente, es en esa zona donde Israel prohíbe a los palestinos construir y desarrollarse. Al otro lado de la carretera, también en zona C, el asentamiento judío de Halamish se expande y se están construyendo viviendas sobre terrenos pertenecientes a las aldeas de Nabi Saleh y Nizam Dir.

Desde finales del 2009 los israelíes han arrestado y encarcelado a cerca del 13% de los habitantes de Nabi Saleh, 63 personas en total. Todos menos tres fueron procesados por participar en manifestaciones contra el ejército. Bassem Tamimi es el detenido número 64. 

De los encarcelados, 29 eran menores de edad y 4 eran mujeres, entre ellas Nariman Tamimi, la esposa de Bassem.

Para completar el cuadro, los israelíes realizan redadas nocturnas en los hogares palestinos, bloquean el acceso a la aldea y han detenido durante horas a decenas de personas más.

Tamimi llevaba casi dos semanas sin pernoctar en su domicilio, pues sabía que el ejército israelí quería apresarlo. Como miembro de Fatah los israelíes ya lo habían detenido en varias ocasiones en su juventud.

Ahora esperaba postergar ese calvario. Pasó tres años en detención administrativa (sin juicio). En 1993, en el curso de un interrogatorio los israelíes le sacudieron tanto que permaneció inconsciente durante ocho días. Paralizado, lo trasladaron del hospital a la cárcel. 

Tras pasar 40 días en confinamiento solitario lo pusieron en libertad.

"Yo no maté a nadie, así que no tenía nada que confesar", dijo.

Mantuvimos una larga charla pocos días después de que los miembros de la familia [de colonos judíos] Fogel fueran asesinados en el asentamiento de Itamar. Sus colegas del Comité Popular de Lucha de Bil'in habían publicado una declaración de condena del asesinato. Tamimi no creía que hubiera motivos para publicar una condena de "algo que nunca nos ha representado. Sin embargo, si alguien me pregunta yo respondo, obviamente, que asesinar a niños es asesinar a niños, cualquiera que sea su nacionalidad, color, religión o raza. No importa que el niño se llame Hadas Fogel, Hijju Iman o Abir Aramin. El asesinato de Hadas Fogel, incluso sin saber quién es el asesino, atenta contra nuestra humanidad. La ocupación ha ocupado nuestra razón y nuestras conciencias. A causa del conflicto comenzamos a exculpar actos que no son humanos, que dañan a los palestinos más que a los israelíes.

"Nuestra opción estratégica a favor de la lucha popular, que consiste en luchar contra la ocupación israelí asumiendo el control nuestras tierras, nuestras vidas y nuestro futuro, es en sí misma una declaración de que no dañamos la vida humana. La esencia misma de nuestra actividad se opone al asesinato. Por lo tanto, no es necesario que condenemos algo que desde el principio no nos representa y es contrario a nuestra forma de pensar.

"El levantamiento popular no es una reacción El problema no es que se nos expropie la tierra o que los colones nos arrebaten una fuente. Todo eso no es más que la manifestación del problema, que no es otro que la dominación extranjera. Si Benjamin Netanyahu realmente quisiera salvar vidas y poner fin al conflicto no diría que se están construyendo casas en los territorios ocupados de Cisjordania, casas que en realidad son tumbas de palestinos e israelíes.

“Anunciaría la construcción de casas para trasladar a los colonos a Tel Aviv, dentro de Israel, en ese 78% de nuestro territorio histórico que hemos acordado sea el Estado de Israel para que podamos tener un Estado en el resto del territorio. Como miembros de Fatah ofrecimos nuestro apoyo a las negociaciones de paz. Pero sólo trajeron más asentamientos y más colonos. Durante el proceso de paz perdimos más que nunca.

"Queremos ofrecer a nuestro pueblo un ejemplo y modelo de lucha popular. Desde el inicio de la revolución (el establecimiento de Fatah) y de la lucha armada, hemos ido acumulando errores que los israelíes han explotado en nuestra contra, aunque no eran más que reacciones a la represión israelí. No tenemos capacidad para responder militarmente a Israel. 

La historia nos ha enseñado que sólo los levantamientos populares han tenido éxito, aunque solo sea parcialmente: en 1936 y 1987. A través de la lucha popular podemos demostrar nuestra superioridad moral".

El jueves 24 de marzo Tamimi pensó que la visita de varios diplomáticos europeos a su pueblo lo protegería contra el arresto.

Salió de Ramallah y tuvo 10 minutos para estar en casa y abrazar a sus hijos. Justo en el instante en que pidió a su esposa que le preparara "una comida deliciosa, que tanto añoro", el ejército israelí, tan imaginativo como siempre, despachó a cinco jeeps y a 15 soldados para apresarlo.

 Tamimi ya es nuestro.

La irresponsabilidad viaja en lanchas rápidas (I parte)


El fantasma del dolor recorre cada día las aguas del Caribe. No le importa seguir abriendo insondables heridas en una nación que sufre, desde hace más de 40 años, la ausencia de innumerables hijos. Muchos cubanos buscan, más allá de las fronteras patrias, la solución a disímiles problemas. Apoyados por la conocida Ley de Ajuste Cubano, eligen un camino que casi siempre forma parte de una amplia red de tráfico ilegal de personas por vía marítima, cuyo afán de lucro desplaza la importancia de una vida humana.

A petición de algunos de los implicados en esta actividad, hemos utilizado seudónimos en sus testimonios en lugar de los nombres reales.

Hace cinco años ya desde que Mariela P. tomó la decisión que la llevaría a pasar una amarga experiencia en el mar. “Me acuerdo perfectamente de todo lo que ocurrió aquel día. Fue algo horrendo, no quisiera volverlo a vivir”. La voz se le quiebra cuando relata una historia que, al igual que ella, numerosos isleños han vivido de manera similar.

Seguramente el lector pensará en las posibles razones que llevaron a esta mujer del capitalino municipio del Cerro a emprender el peligroso viaje hacia Norteamérica en una lancha rápida que iba sobrecargada de personas. Cubanos que parten en busca del sueño americano o simplemente para reunirse con familiares y amigos.

“Intenté irme porque mi esposo vive actualmente en los Estados Unidos. Nada de problemas económicos ni ideológicos. Yo solo quería reunirme con el padre de mi niña. Él se fue antes que nosotras por esta vía porque se cansó de que la Oficina de Intereses le negara la visa las tres veces que se presentó. Casi todos sus familiares se encuentran allá, por eso deseaba irse. Ellos le pagaron el viaje. Nosotras nos quedamos a esperar que él se estabilizara económicamente con la ayuda de su familia. Luego mandaría a buscarnos de la misma forma.
“Pasados seis meses de su partida, un día me dijo por teléfono que ya tenía el dinero para sacarnos. Desde ese momento me comunicaba con él con más frecuencia que antes. Me decía a quién tenía que ver, lo que debía hacer, las cosas que llevaría en el viaje, etc.

“La salida fue por la costa norte de La Habana. Era un viaje directo, sin escalas, hacia los Estados Unidos. A esa provincia nos llevó mi primo en su carro. En el lugar del encuentro había cerca de quince personas. Desde ahí, un muchacho nos guió hasta un pedazo de la costa muy solitario donde se encontraban veinte personas más. Me dio un poco de miedo ver tanta gente reunida allí, pero no se podía dar marcha atrás. Abracé a Carla y esperamos.

“A eso de las 7:30 de la noche se apareció la lancha. El grupo fue abordándola poco a poco, utilizándose una balsa para eso. A la niña la ayudaron a subir los que estaban encima de la cigarreta, pero en el instante en que me tocaba montar, la balsa se enredó con los motores de la lancha. Me entró un ataque de nervios por la situación que se creó. En mi auxilio se lanzó un hombre al cual le agradeceré siempre el haberme salvado. Entonces vimos que una lancha de tropas guardafronteras se dirigía hacia nosotros. Los lancheros arrancaron dejando a los que no habían podido subir y llevándose a mi niña de tan solo tres añitos. Empecé a gritar y a llorar a más no poder.

“Le conté lo ocurrido a los guardafronteras. Ellos alcanzaron la lancha y advirtieron a los tripulantes lo de mi hijita, pero no hicieron caso. En su recorrido la cigarreta fue interceptada por el guardacostas norteamericano.

“Gracias a Dios, Carla fue entregada por ellos a las autoridades cubanas dos días después en Puerto Cabañas. No te imaginas las horas tan tristes y llenas de desesperación que he pasado ante la real posibilidad de no ver más nunca a mi hijita. No se lo deseo a ninguna madre. Desde esa vez más nunca lo he intentado ni lo haré. Jamás pondré la vida de Carla en riesgo otra vez, nunca me lo perdonaría”.

Su voz se apaga. Minutos después la alegría en persona se abalanza sobre Mariela. Carla acaba de llegar de la escuela. Deposita la pañoleta en la sala y continúa quitándose el uniforme camino a su cuarto. Mariela ríe, pero observa detenidamente la limpia pañoleta azul, un azul que posiblemente le recuerde las claras aguas del mar Caribe.

Autores: Estudiantes de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana

Tomada del Blog Destinocuba
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