Las estaciones de tren y las de metro tuvieron muchamenos afluencia que un día ordinario en la red de transportes de Madrid. FERNANDO SÁNCHEZ. |
"¡Viva la lucha de la clase trabajadora!". Con este grito, surgido de forma espontánea entre la multitud, se puso punto y final a una de las manifestaciones más concurridas que se han vivido en Madrid, sólo comparable al clamor que se vivió durante las protestas contra la guerra de Irak en 2003. Varios cientos de miles de ciudadanos, 40.000 según fuentes de la Policía Nacional y medio millón para los sindicatos convocantes, se concentraron durante casi tres horas en el centro de la capital.
Números aparte, lo cierto es que cuando la multitud que marchaba en cabeza llegó a la Puerta del Sol, destino final de la manifestación, la cola de la marea humana aún estaba comenzando a salir de la plaza de Neptuno, origen oficial de la cita. Finalmente, los secretarios generales de CCOO, Ignacio Fernández Toxo, y UGT, Cándido Méndez, tuvieron que ser trasladados por la seguridad de la organización para llegar al estrado preparado para los discursos. Con sus intervenciones, pusieron punto y final a una jornada que consideraron "un éxito" y que, en opinión de Cándido Méndez ha puesto al Gobierno "entre la espada y la pared". Para Méndez, la "expresión democrática" que se vivió ayer debe servir para que el Gobierno "se reconcilie con el pueblo" y rectifique las medidas que ha adoptado en la reforma laboral. Para Méndez, la alta respuesta ciudadana le da al Gobierno los argumentos para cambiar sus políticas. El líder de CCOO advirtió al Gobierno que "tome nota" de este "clamor" de los ciudadanos al que debe "agarrarse si tiene una pequeña sensibilidad de izquierdas". En este sentido, Toxo aseguró que es "un cuento" que "la única alternativa al PSOE es la derecha" y resaltó al papel del resto de partidos políticos.
Pese al palpable descontento de los manifestantes con el Gobierno de Zapatero, que se reflejó en cientos de pancartas como obreros maltratado, de ZP divorciados, apenas se oyó ningún grito a favor de su dimisión, al contrario de lo que había sucedido en algunas concentraciones de delegados sindicales durante el último mes. "Huelga, huelga" fue el neutral pero contundente grito que coreó la multitud durante la marcha.
Preciados cerrado
La manifestación puso el punto y final a una jornada complicada que se había iniciado antes de la medianoche con una concentración multitudinaria de piquetes en la Puerta del Sol. Los sindicatos tuvieron como primeros destinos el parque de Bomberos, Mercamadrid (antes de las dos de la mañana), las cocheras de la EMT y, finalmente, la zona centro de Madrid.
Poco después de las nueve de la mañana, un piquete de casi un centenar de sindicalistas de la CNT y la CGT, se citaba en Gran Vía 30 y paralizaba el tráfico al ocupar todos los carriles de la centenaria arteria madrileña. Este piquete fue uno de los más concurridos en el centro de la ciudad, ya que se le fueron sumando sindicalistas de CCOO e integrantes de otros piquetes. Finalmente, lo que casi parecía un amago de manifestación, con alrededor de dos mil personas,se llegó a bloquear la Gran Vía desde plaza de España hasta la plaza de Cibeles.
La policía nacional intentó varias veces restablecer el tráfico o, al menos, habilitar alguno de los carriles, pero el incremento del número de piquetes les llevó a no utilizar ningún tipo de fuerza. La mayor parte de las tiendas de Gran Vía, grandes cadenas comerciales como Zara, Sfera o Mango, y los establecimientos del grupo Vips, optaron por echar el cierre o cerrar la verja.
Mientras, otros piquetes de menor tamaño circulaban por las calles aledañas, intentando cerrar establecimientos como la Fnac, cuya cierre de la verja (intermitente) fue una de las más vitoreadasal grito de "escucha Zapatero, así luchan los obreros". Varios piquetes cerraron también el tráfico a la altura de la plaza de Colón y en Atocha, lo que imposibilitó durante ese tiempo la llegada al centro de Madrid de los coches y a los viandantes.
Pero no fue impedimento para las bicicletas, un medio muy utilizado en la protesta. Unos 500 ciclistas convocados por asociaciones ecologistas y vecinales circularon por el centro de Madrid. En la glorieta de Atocha, varios furgones policiales les cortaron el paso y les obligaron a subir a la acera, donde fueron cercados por al menos 70 antidisturbios y diez vehículos. Los ciclistas denunciaron que varios participantes fueron agredidos. "Tiraban de las bicicletas y pegaban con porras, no nos dejaban circular", explica una de las participantes, Chío Domínguez. Los agentes detuvieron a dos personas. El cordón policial inmovilizó al grupo más de una hora. "No nos han dado ninguna explicación. En ningún momento hemos parado el tráfico, sólo circulábamos lentamente, igual que hacen los taxistas cuando secundan una huelga", cuenta otro ciclista, Juan Gamba.
Fuera de las calles del centro, el tráfico era muy escaso, entre el habitual de un sábado o un domingo cualquiera. Metro y autobuses circularon con muy baja ocupación.