Gran Bretaña.- El coche del príncipe Carlos zarandeado, lleno de pintura y acosado por los estudiantes ha sido la imagen con la que nos han presentado los medios las protestas estudiantiles en Londres. “Fallos de seguridad” inusuales en la protección a la familia real británica.
Esto nos muestra dos cosas: la primera, y más evidente, es que los medios tratan (como siempre) de criminalizar cualquier protesta, exhibiendo roturas de escaparates y enfrentamientos con la policía. Pero también nos muestra que las protestas están siendo lo bastante fuertes como para coger al Estado por sorpresa y llegar a desbordar a la policía.
El pasado jueves 9 fue el día clave. Anteriormente, se habían mantenido ocupaciones en muchas universidades (Londres, Leeds, Edimburgo, Manchester, Newcastle y varias más), pero ese día se votaba en el parlamento la subida de tasas (recordemos, de hasta un 300%). Miles de estudiantes universitarios y de secundaria cercaron el parlamento, organizados desde asambleas. En la marcha se leyeron comunicados de apoyo de diversos sindicatos, y un clamor estalló al llamamiento por una huelga general. Pese al enorme despliegue policial que se ha cobrado más de 20 heridos, con testimonios muy duros sobre la brutalidad empleada, los estudiantes consiguieron llegar a la plaza del parlamento superando cordones y cargas de policía. Las estudiantes buscaban, y consiguieron, acercarse lo más posible para hacer oír sus voces a la cámara que en esos momentos votaba un brutal ataque a la educación pública. Pero, tras conocerse el resultado de la votación (323 votos a favor por 302 en contra), se enardecieron los ánimos. Un estudiante gritó: “Hemos luchado pacíficamente y no ha servido para nada. Ahora podemos luchar como queramos”. Las protestas se dirigieron entonces contra Hacienda y la Corte Suprema, símbolos del poder económico y político que está llevando a cabo los mayores recortes en derechos sociales de la historia.
Ahora, al igual que conocimos en el Estado español con la huelga del 29-S, se está desplegando una campaña de represión mediática y policial contra las protestas. Hay más de 150 detenciones y cerca de 60 estudiantes atendidos en hospitales. Pero los ánimos no han decaído; el gobierno se ha visto tambalear y una mayoría de 80 votos ha caído a 21. Los liberales de Nick Clegg, la ‘alternativa’ pintada por muchos que ha formado parte del gobierno de coalición, ha sido desenmascarada y su talante neoliberal ha hecho que mucha gente les retire su apoyo. Aunque la ley ha sido aprobada, entre los estudiantes permanece la idea de que “Lo que hace el parlamento, lo deshacen las calles”. Las ocupaciones de facultades van a continuar, el apoyo sindical (17 sindicatos participaron en las manifestaciones) es claro. Consolidar este apoyo hacia una colaboración más activa debe ser ahora mismo una prioridad.
Mientras, en el Estado español, tras la caída del movimiento ‘anti-Bolonia’ hace un par de años, ha quedado una experiencia muy enriquecedora entre las estudiantes. Aunque en estos momentos no haya grandes protestas, existe una capa de estudiantes mucho mejor organizados y concienciados políticamente que cuando comenzó el anterior repunte de luchas. Quizás en la superficie no pasa nada, pero tampoco en Gran Bretaña parecía haber ningún movimiento hace sólo unos meses.
No es improbable que durante este curso tengamos una subida de tasas como en Reino Unido, u otro tipo de ataques a la educación pública. Es imprescindible, para cuando esto ocurra, mantener y hacer crecer ese potencial organizativo, esa experiencia de las asambleas y ocupaciones. Sólo así la fuerza del movimiento estudiantil crecerá exponencialmente hasta poder conseguir pequeñas o grandes victorias, que ayuden a su vez a romper el clima de paz social que sigue imperando pese a la crisis.
Dani Bravo es militante de Estudiantes En Lucha de Sevilla.
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