México Distrito Federal– Diez años después de la fuga de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, prófugo desde entonces, son evidentes dos hechos: la creciente prosperidad del jefe del cártel de Sinaloa, que en su libertad ha ganado suficiente dinero para ser tenido entre los hombres más ricos del mundo, y también de los más poderosos (según los respectivos recuentos de la revista Forbes). Y la bonanza por lo menos política de que disfrutan los funcionarios del gobierno de Vicente Fox a quienes concernió la huida del más notorio narcotraficante mexicano.
Oficialmente, El Chapo salió del penal de Puente Grande oculto en un carrito de lavandería el 19 de enero de 2001. La periodista Anabel Hernández ha realizado una investigación que revisa esa información y ha determinado que la fuga se produjo el 20 de enero por la mañana. Horas antes habían llegado con gran aparato, avisados de que la fuga se había ya producido, tropas de la Policía Federal Preventiva y de la Policía Judicial Federal. La reportera, conocida por sus averiguaciones recogidas en libros contundentes (La familia presidencial, Fin de Fiesta en Los Pinos y Los cómplices del Presidente, referidos a Vicente Fox los dos primeros y a Calderón el tercero), asegura que El Chapo “ha contado a sus cercanos, e incluso a negociadores enviados por la Presidencia de la República, la verdadera historia de su fuga. La mañana del 20 de enero de 2001, cuando Jorge Tello Peón, Enrique Pérez Rodríguez y Humberto Martínez de la PFP entraron en el penal para investigar la supuesta huída, el capo salió de la prisión. La movilización de los elementos de la PFP y la PJF creó deliberadamente un escenario confuso, más aun en la oscuridad de una mañana de invierno. Vestido con un uniforme de la PFP y con el anonimato que dan los cascos o las capuchas usados por los policías, Guzmán Loera fue sacado del penal acompañado por integrantes de la misma corporación. Luego fue transportado en un vehículo oficial a varios kilómetros del penal. En algún punto del camino El Chapo se bajó del auto y se subió a un helicóptero que lo llevó al estado de Nayarit”.
Pueden los lectores del libro confiar en lo dicho por la investigadora o no. Es incuestionable, en cambio, el papel, probado documentalmente y por testimonios inobjetables, que esos funcionarios desempeñaron en el marco de la huida de Guzmán Loera. Éste había sido aprehendido en junio de 1993, muy poco después de que presuntamente fuera confundido con el cardenal José de Jesús Posadas Ocampo, que pagó con su vida el que se atacara su vehículo y se le privara de la vida en la creencia de que era El Chapo.
El jefe mafioso fue conducido al penal que entonces era conocido como Almoloya. De allí fue trasladado a Puente Grande, cerca de Guadalajara, donde las condiciones disciplinarias eran mucho más relajadas que en aquella prisión. Era el primer paso para que pudiera marcharse. No tardó en tomar el control de esa penitenciaría, junto con El Güero Héctor Palma y El Texas Arturo Martínez.
Al tomar posesión de la presidencia el 1 de diciembre de 2000, Vicente Fox creó la Secretaria de Seguridad Pública, con atribuciones que correspondían a Gobernación. Nombró titular de la nueva dependencia a Alejandro Gertz Manero, quien tuvo que echar mano, para cubrir las funciones de alto nivel, de personal formado en el régimen anterior. Entre ellos se contaban Jorge Tello Peón, que fue nombrado subsecretario a cargo del sistema carcelario y Enrique Pérez Rodríguez, que fue director del ramo, precisamente en el lugar que había ocupado Miguel Ángel Yunes, con quien Pérez Rodríguez ha colaborado siempre, hasta su reciente infortunio político en Veracruz.
Tello Peón fue enviado por Gertz Manero a conocer directamente la situación de Puente Grande, donde imperaban el desorden y la corrupción según denuncias de personal escuchadas por la presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de Jalisco Guadalupe Morfín. Aunque las evidencias citadas profusamente por Anabel Hernández no acreditaran fehacientemente la responsabilidad directa e intencionada de Tello Peón en la fuga de El Chapo, lo cierto es que ese baldón no ha impedido que el funcionario siga en la cúpula de los desempeños oficiales en materia de seguridad. Renunció a la subsecretaría en abril siguiente a la huida de Guzmán Loera, sin que se le fincaran responsabilidades no obstante que el 19 de enero visitó brevemente el penal de Puente Grande y dispuso el traslado de El Chapo, El Güero y El Texas a un espacio desde donde el primero pudo salir fácilmente.
Dedicado a funciones privadas (como director de seguridad de Cemex) en el siguiente lustro, Tello Peón reapareció en la escena pública como integrante del equipo de transición de Calderón. No fue designado, sin embargo secretario de Seguridad Pública, debido a una enfermedad, sino que el cargo recayó en su antiguo colaborador Genaro García Luna. El 19 de octubre de 2008 el Presidente lo nombró su asesor en materia de seguridad, a título gratuito. El 25 de marzo de 2009 pasó a ser secretario ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, hasta el 24 de diciembre de 2009 en que se le nombró secretario técnico del gabinete de seguridad y del Consejo de Seguridad Nacional.
El 19 de agosto pasado fue sustituido por Alejandro Poiré, y designado, de nuevo, asesor presidencial, con un añadido: se le incluyó como “miembro” en el gabinete de seguridad nacional. Calderón alabó entonces “el profesionalismo y el compromiso que siempre (lo) han caracterizado”.
Oficialmente, El Chapo salió del penal de Puente Grande oculto en un carrito de lavandería el 19 de enero de 2001. La periodista Anabel Hernández ha realizado una investigación que revisa esa información y ha determinado que la fuga se produjo el 20 de enero por la mañana. Horas antes habían llegado con gran aparato, avisados de que la fuga se había ya producido, tropas de la Policía Federal Preventiva y de la Policía Judicial Federal. La reportera, conocida por sus averiguaciones recogidas en libros contundentes (La familia presidencial, Fin de Fiesta en Los Pinos y Los cómplices del Presidente, referidos a Vicente Fox los dos primeros y a Calderón el tercero), asegura que El Chapo “ha contado a sus cercanos, e incluso a negociadores enviados por la Presidencia de la República, la verdadera historia de su fuga. La mañana del 20 de enero de 2001, cuando Jorge Tello Peón, Enrique Pérez Rodríguez y Humberto Martínez de la PFP entraron en el penal para investigar la supuesta huída, el capo salió de la prisión. La movilización de los elementos de la PFP y la PJF creó deliberadamente un escenario confuso, más aun en la oscuridad de una mañana de invierno. Vestido con un uniforme de la PFP y con el anonimato que dan los cascos o las capuchas usados por los policías, Guzmán Loera fue sacado del penal acompañado por integrantes de la misma corporación. Luego fue transportado en un vehículo oficial a varios kilómetros del penal. En algún punto del camino El Chapo se bajó del auto y se subió a un helicóptero que lo llevó al estado de Nayarit”.
Pueden los lectores del libro confiar en lo dicho por la investigadora o no. Es incuestionable, en cambio, el papel, probado documentalmente y por testimonios inobjetables, que esos funcionarios desempeñaron en el marco de la huida de Guzmán Loera. Éste había sido aprehendido en junio de 1993, muy poco después de que presuntamente fuera confundido con el cardenal José de Jesús Posadas Ocampo, que pagó con su vida el que se atacara su vehículo y se le privara de la vida en la creencia de que era El Chapo.
El jefe mafioso fue conducido al penal que entonces era conocido como Almoloya. De allí fue trasladado a Puente Grande, cerca de Guadalajara, donde las condiciones disciplinarias eran mucho más relajadas que en aquella prisión. Era el primer paso para que pudiera marcharse. No tardó en tomar el control de esa penitenciaría, junto con El Güero Héctor Palma y El Texas Arturo Martínez.
Al tomar posesión de la presidencia el 1 de diciembre de 2000, Vicente Fox creó la Secretaria de Seguridad Pública, con atribuciones que correspondían a Gobernación. Nombró titular de la nueva dependencia a Alejandro Gertz Manero, quien tuvo que echar mano, para cubrir las funciones de alto nivel, de personal formado en el régimen anterior. Entre ellos se contaban Jorge Tello Peón, que fue nombrado subsecretario a cargo del sistema carcelario y Enrique Pérez Rodríguez, que fue director del ramo, precisamente en el lugar que había ocupado Miguel Ángel Yunes, con quien Pérez Rodríguez ha colaborado siempre, hasta su reciente infortunio político en Veracruz.
Tello Peón fue enviado por Gertz Manero a conocer directamente la situación de Puente Grande, donde imperaban el desorden y la corrupción según denuncias de personal escuchadas por la presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de Jalisco Guadalupe Morfín. Aunque las evidencias citadas profusamente por Anabel Hernández no acreditaran fehacientemente la responsabilidad directa e intencionada de Tello Peón en la fuga de El Chapo, lo cierto es que ese baldón no ha impedido que el funcionario siga en la cúpula de los desempeños oficiales en materia de seguridad. Renunció a la subsecretaría en abril siguiente a la huida de Guzmán Loera, sin que se le fincaran responsabilidades no obstante que el 19 de enero visitó brevemente el penal de Puente Grande y dispuso el traslado de El Chapo, El Güero y El Texas a un espacio desde donde el primero pudo salir fácilmente.
Dedicado a funciones privadas (como director de seguridad de Cemex) en el siguiente lustro, Tello Peón reapareció en la escena pública como integrante del equipo de transición de Calderón. No fue designado, sin embargo secretario de Seguridad Pública, debido a una enfermedad, sino que el cargo recayó en su antiguo colaborador Genaro García Luna. El 19 de octubre de 2008 el Presidente lo nombró su asesor en materia de seguridad, a título gratuito. El 25 de marzo de 2009 pasó a ser secretario ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, hasta el 24 de diciembre de 2009 en que se le nombró secretario técnico del gabinete de seguridad y del Consejo de Seguridad Nacional.
El 19 de agosto pasado fue sustituido por Alejandro Poiré, y designado, de nuevo, asesor presidencial, con un añadido: se le incluyó como “miembro” en el gabinete de seguridad nacional. Calderón alabó entonces “el profesionalismo y el compromiso que siempre (lo) han caracterizado”.
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