- Estudiantes de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez denunciaron a finales de octubre, luego de la masacre de 14 jóvenes en la colonia Horizontes del Sur: “fueron victimados por escuadrones de la muerte financiados por el gobierno federal con el objetivo de mantener el miedo.”
¿Escuadrones de la muerte?
LA PROCURADURÍA GENERAL de la República está en Babia. Acaba de negar al Senado de la República que en México haya escuadrones de la muerte. Dice no tener registro de ellos. Y debe ser así, porque seguramente ninguno de sus integrantes ha acudido a las instalaciones de la dependencia que ocupa Arturo Chávez a pedir que los inscriban en un padrón, ¿no cree usted?
Pero por supuesto que estos escuadrones de la muerte existen en nuestro país. No ha mucho, el especialista en criminología Gabriel Regino García los ha definido cual “organizaciones de corte paramilitar asociados a labores de limpieza social e identificados con la ideología de derecha”. En una entrevista periodística Regino también afirmó que “con la situación que se vive en el país, sin duda que estos grupos están operando”, pudiendo “proliferar y crear una guerra civil en nuestro país, tal y como ocurrió en la época de los 70 y 80 en Colombia, El Salvador o Perú; poniendo de manifiesto que hay ingobernabilidad, y con ello se establecería la ‘venganza privada’.
Los medios de comunicación han documentado la existencia de estos grupos, que la PGR no ve.
En mayo de 2009, por ejemplo, Juan Pablo Becerra-Acosta dio cuenta de la existencia de El Grupo, que existe desde hace 13 años, y es financiado por empresarios, comerciantes y profesionistas, y opera con el conocimiento de autoridades federales y estatales. Negocia con delincuentes la liberación de víctimas, pero también los persigue, captura, interroga y decide quién muere. El Grupo, nació del hartazgo ciudadano ante la incapacidad gubernamental por contener la violencia. A petición de empresarios, profesionistas, amas de casa, opera en varias entidades de la República: al menos en una del norte, tres del centro y una más del sureste del país. Quienes financian esto tienen diversas ideologías, religiones y orígenes culturales.
“El líder operativo de El Grupo –informa Becerra-Acosta– afirma que no pretenden suplantar a las autoridades, sino suplir sus vacíos, copar sus carencias. De hecho, la mayoría de veces operan desde el anonimato, pero en conjunto con diversos cuerpos policiales municipales, estatales y federales”.
Aún así, la PGR niega la existencia de estos escuadrones de la muerte.
Como niega también la existencia de los “Mata Zetas”, que operan en Cancún, Quintana Roo, con el pretexto aparente de combatir el secuestro y la extorsión que azota al país, empezando por limpiar ese sitio turístico que tiene enormes ingresos monetarios.
No hay que olvidar que los “escuadrones de la muerte” (siempre paramilitares, anticomunistas y fanáticos de la limpieza étnica para que sólo queden “los mejores”) invariablemente han surgido al amparo de los grupos más reaccionarios de la derecha, escondidos tras la jerarquía católica, empresarial y militar, que crea dictadorzuelos latinoamericanos.
Estos nuevos guardianes de los valores decentes aparecidos súbitamente (aunque tienen claros antecedentes en el MURO y El Yunque y entusiastas promotores en Chihuahua, Querétaro y Jalisco), parecen aprovechar el hartazgo social contra la ineficacia del gobierno y sus instituciones corruptas, ineptas e impunes, pero… por proceder del mismo árbol ideológico que el gobierno del que aparentan estar hartos, más parecen el brazo armado de organizaciones de ‘la sociedad civil’ (Iluminemos México, la más reciente) alineadas con el gobierno derechista que ocupa Los Pinos y patrocinadas por prominentes empresarios integrantes de la cleptocracia mexicana.
Los ‘Mata Zetas’ pretenden cubrir las ineficiencias de la Policía Federal (de García Luna) y la PGR (de Medina Mora) y ahorrar tiempo y esfuerzos para reducir –a balazos– los engorrosos trámites formales que ordena la Constitución y todas las cartas de derechos humanos, a sólo sentencia y ejecución a cargo inmediato de ‘los guardianes’, como exige ‘la gente decente’ que se adueñó de Los Pinos”, escribe Méndez Camacho, quien agrega:
Y ahí asoma la cola el animal: con su mentalidad inquisitorial que no admite discusión, no sería raro que ‘la gente decente’ que despedaza a México, esté financiando, entrenando y armando a estas milicias de la decencia que, bajo el pretexto de combatir al crimen (como hace Calderón), se dediquen especialmente a eliminar opositores, a los indeseables del régimen, a los nacos y pobretones…
No son nuevos los escuadrones de la muerte que están operando en el país. Una de sus características es dejar mensajes junto a sus víctimas con amenaza a las autoridades, como ocurre en Nuevo León o el caso de Michoacán, donde un comando armado irrumpió durante la madrugada en una discoteca y tiró cinco cabezas humanas en la pista, bajo el asombro de los parroquianos que horrorizados vieron cómo se desangraban.
El escrito que dejó en esa ocasión este “escuadrón de la muerte” fue que sólo mataban a quien se lo merecía y que eso era “justicia divina”. Firmaban como “La Familia”. En general, en las últimas ejecuciones en Michoacán, Guerrero y otros estados, los grupos de asesinos paramilitares llaman a sus macabras acciones “ajusticiamientos”.
¿De verdad no existen estos escuadrones de la muerte?
Hace mucho que en Puebla opera uno y mantiene a la entidad en paz. Lo mismo en muchas otras entidades de la República.
Índice Flamígero: Manuel Alvarado, estudiante de la Escuela Superior de Sicología en Ciudad Juárez denunció a finales de octubre, luego de la masacre de 14 jóvenes en la colonia Horizontes del Sur: fueron victimados por escuadrones de la muerte financiados por el gobierno federal con el objetivo de mantener el miedo. Son escuadrones de la muerte que están pagados para sembrar el pánico. Los vemos a diario, gente en trocas por las calles, armados, sin que nadie les diga nada. Hay retenes militares y federales por todos lados y extrañamente no agarran a nadie”. Es que las autoridades no los ven. Para los funcionarios del calderonato, no existen.
Francisco Rodríguez
No hay comentarios:
Publicar un comentario