El ex presidente de Estados Unidos, George W. Bush, bajo fuertes críticas de un grupo de derechos humanos por acusaciones de ordenar prácticas de tortura, canceló una visita a Suiza donde iba a dirigirse a una ceremonia de una entidad de caridad judía.
George Bush |
Bush iba a ser el orador principal de la cena anual de Keren Hayesod el 12 de febrero en Ginebra. Pero el gobierno suizo ha sufrido una creciente presión para evitar la presencia del ex mandatario en la gala y iniciar una investigación penal si entra al país alpino.
Las denuncias penales contra Bush por supuestos casos de tortura se han presentado en Ginebra, dijeron funcionarios de la corte, y varios grupos de derechos humanos señalaron que estaban a punto de emprender otras demandas legales esta semana.
Funcionarios suizos han dicho que Bush aún gozaría de cierta inmunidad diplomática como ex jefe de Estado. Grupos izquierdistas también instaron a una protesta el día de su visita.
Los organizadores de Keren Hayesod sintieron que la atmósfera se había vuelto muy amenazadora porque las protestas remiten a los disturbios que se produjeron en la ciudad suiza durante la cumbre del G-8 en la cercana Evian, dijo a un diario suizo el abogado del grupo, Robert Equey.
“No queríamos poner en riesgo a la gente y la propiedad en Ginebra. La gala se mantiene, pero George Bush no formará parte”, dijo Equey al Tribune de Geneve. “Las denuncias (penales) no influyeron en la decisión”, indicó.
El fiscal general de Ginebra, Daniel Zappelli, ha recibido denuncias penales sobre tortura relacionadas con Bush, dijo un portavoz de la corte. “Recibimos un cierto número de demandas. No haremos más comentarios”, afirmó a Reuters Christophe Tournier.
La tortura es un delito bajo la ley internacional y expertos de derechos humanos dicen que su prohibición absoluta es muy clara.
Bush, en sus memorias “Decision Points” de su presidencia del 2001 al 2009, defendió fuertemente el uso de la práctica del submarino, una forma de ahogamiento simulado, contra sospechosos de terrorismo y dijo que era clave para impedir que se repitieran los letales ataques del 11 de septiembre contra Estados Unidos.
La mayoría de los expertos en derechos humanos consideran a la práctica como una forma de tortura, prohibida por la Convención contra la Tortura, un pacto internacional que prohíbe este tipo de tratos crueles, inhumanos o degradantes como forma de castigo.
Suiza y Estados Unidos están entre los 147 países que han ratificado el tratado de 1987.
Reuters
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