(Acerca de las declaraciones de Ángela Merkel sobre el fin de la multiculturalidad en Alemania publicada en el diario Gara y copiada al pié)
Aunque el título de esta nota parezca el anuncio de una película, no lo es. Sólo se tratade la pesadilla europea que emerge cada vez con más nitidez y nos deja apabullados y apabulladas por su vertiginosidad y su desvergüenza.
Hace un par de décadas se hablaba de un talresurgimiento de los grupos neonazis,-no avalados oficialmente por los Estados- caracterizados por el Poder y sus medios de comunicación como grupúsculos que habían sobrevivido a una "teoría anacrónica". Algo que nos parecía lejano y marginal, producto de unos trasnochados que no entendían que había épocas que ya no volverían.
La atenta y obsequiosa Wikipedia nos ratifica que“Neonazi es un término que se utiliza para referirse a los grupos posteriores a la Segunda Guerra Mundial que continúan apoyando y difundiendo las ideas del nazismo. Aclara también que“En Alemania existen diversos partidos y movimientos políticos neonazis de poco impacto público, que continúan divulgando la ideología de la supremacía racial de la raza aria o blanca. (El subrayado es mío)
Pero el hecho a destacar es que hoy son los propios dirigentes de los gobiernos de Europa (y que estas declaraciones las haga quien dirige a la potencia europea no es un dato menor) los y las que se encuentran a la cabeza de esas acciones y discursos con el suficiente poder como para llevarlos adelante.
Si hoy Merkel se atreve a decretar el fin de la multiculturalidad y exige a los y las inmigrantes que acepten los valores de Alemania, esporque hay consenso social como para lanzar ese discurso, sino esto sería impensable. La pasividad y complicidad de amplias capas de la población, avalan esta avanzada nazi fascista.
Merkel conoce las cifras de las encuestas - mencionadas en la nota del diario Gara - que dan cuenta de que la islamofobia existe en más de la mitad de los alemanes que miran hostilmente a una población musulmana de 4 millones de habitantes (el 5% de la población). El 35% opina que Alemania está ahogada por los extranjeros y el 10% añora el regreso de un Führer con «mano de hierro».
Recordamos que no es un hecho lejano la aprobación por parte del senado del estado alemán en el 2009 del partido neonazi NDP. Pero esto lleva todo un proceso:
Ahora… ¿es esto lo amenazante? ¿Qué el partido neonazi pueda conquistar cada vez más escaños en el parlamento?¿O es tal vez más aterrador recorrer el discurso de hoy de Ángela Merkel que en nada se diferencia, en esencia,al panfleto del NPD que convocó a esa marcha del 1º de Mayo del año 2006 bajo el lema de ¡Trabajo para los alemanes!?
¿Es o no un fuerte indicador que lo que hasta hace dos décadas eran solo los grupos llamados desde el Poder como marginales quienes hablaban desde los preceptos del nacionalsocialismo, hoy sean los propios gobernantes quienes retoman ese discurso desde la legitimidad?
Sí es amenazante que el partido neonazi crezca electoralmente en Alemania y aumente su representación parlamentaria. Si, es aterrador que la canciller alemana sustente impunemente un discurso nazi desde la “legalidad”. Pero lo más duro es contemplar la pasividad y la complicidad de un pueblo, de mucha gente de todo un continente, que nos hace retomar el planteo de Jesús García Blanca[6] a partir de un libro de Wilheim Reich[7]: “Es fácil explicar por qué roba un hambriento o por qué un obrero explotado va a la huelga. Lo difícil es explicar por qué no roban todos los hambrientos, o por qué no van a la huelga todos los obreros explotados.”
¿Es que hay similitudes en las circunstancias históricas que hicieron posible el ascenso del fascismo en la década del 30 y la coyuntura actual?
Tal vez aparentemente no, pero esta radicalización del neonazismo se presenta con mayor ferocidad en momentos en que el capitalismo se encuentra en una profunda crisis y afecta a sectores hasta ahora mantenidos a salvo en las últimas décadas.
Alfredo Bauer, un estudioso del neonazismo exiliado en Argentina, vincula el resurgimiento neonazi a la crisis del capitalismo que se inicia con la caída del Muro de Berlín en 1989 y la generalización del más crudo neoliberalismo. Sostiene que “Esta crisis no es únicamente económica (porque el neonazismo surge también en sociedades con bajos niveles de desocupación) sino que es además emocional, psicológica y cultural” y habla de la grave crisis de identidad que aparece en Europa, sumando a esto la falta de alternativas políticas existentes que dan un espacio inmejorable para que aparezcan movimientos violentos y xenófobos.
El tema es que ya no son movimientos o grupos, ya es el poder institucional que llama a transformar estas tendencias en políticas de Estado.
Es importante entender por que aparecen, cuales las condiciones que favorecen su emergencia, pero es más urgente reflexionar para encontrar los mecanismos que logren frenar o al menos hacer contrapeso a esta vertiginosa ruptura de los valores democráticos.
¿Estaremos en breve, añorando la vigencia de los preceptos más elementales contenidos en laDeclaración Universal de los Derechos Humanos del año 1948 como si nunca se hubieran existido los instrumentos internacionales devenidos posteriormente?
Si es así, no está de más citar el inicio de su preámbulo “Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana…” a ver si al menos este punto básico puede ser defendido por quienes luchamos para que el nazifascismo no se convierta en ley tal como pretenden nuestros actuales gobernantes.
Merkel da por fracasado el modelo multicultural de Alemania
Audrey Kauffmann (AFP) | Diario Gara
La canciller, Angela Merkel, ha entrado el pasado fin de semana al trapo en el debate sobre la integración que vive el país en las últimas semanas al exigir a los inmigrantes que acepten los «valores» de Alemania.
La canciller, Angela Merkel, ha entrado el pasado fin de semana al trapo en el debate sobre la integración que vive el país en las últimas semanas al exigir a los inmigrantes que acepten los «valores» de Alemania.
Merkel dio por muerto y enterrado el modelo de una Alemania multicultural en el que cohabitarían armoniosamente diferentes culturas y en el que, como dejó patente en su discruso, tampoco creyó nunca. «A principios de los sesenta nuestro país convocaba a los trabajadores extranjeros para venir a trabajar a Alemania y ahora viven en nuestro país (...) Nos hemos engañado a nosotros mismos. Dijimos: 'No se van a quedar, en algún momento se irán'. Pero esto no es así».
Con semejantes premisas no es difícil adivinar la conclusión a la que llega la canciller: «Esta perspectiva de una sociedad multikulti, de vivir juntos y disfrutar del otro (...) ha fracasado, ha fracasado totalmente».
En su discurso ante las juventudes de la conservadora CDU, Merkel advirtió que los inmigrantes deberían integrarse y asumir la cultura y los valores que en su opinión definen a los alemanes. »Nosotros nos sentimos ligados a los valores cristianos. El que no acepte eso no tiene sitio aquí», sentenció.
«Subvencionar a los inmigranes» no basta. Alemania tiene «derecho a tener exigencias» hacia ellos, insistió, citando como ejemplo la exigencia de que aprendan alemán y no formalicen matrimonios forzados.
Los medios de comunicación han puesto estas semanas la lupa en los imanes en las universidades alemanas. La mayor parte de ellos provienen de Turquía y no hablan bien el alemán.
La polémica ha llegado al punto de que el presidente turco, Abdullah Gul, ha pedido a los inmigrantes de origen turco -y kurdo» que suponen la mayor comunidad extranjera en Alemania, a «hablar bien y sin acento» la lengua de Goethe.
Con todo, Merkel insistió en que la inmigración sigue siendo necesaria en una Alemania que sufre un déficit de mano de obra cualificada (400.000 personas según la Cámara de Comercio e Industria), pese a que muchos de sus correligionarios apuestan por cerrar definitivamente las fronteras.
En la misma línea, la canciller señaló que el islam «forma parte de Alemania», haciendo suya la polémica frase del presidente alemán, Christian Wulff, que indignó a una parte de la cúpula democristiana.
Entre unos y otros
Merkel, cuya coalición conservadora-liberal está en caida libre en los sondeos en vísperas de seis elecciones regionales cruciales en 2011, trata así de recuperar la ofensiva intentando soldar las visiones divergentes en el seno de su partido.
«Merkel integra a Seehofer y a Wulff», resume la revista «Focus». Horst Seehofer, jefe de dilas de la CSU bávara, siempre situada más a la derecha aún que la CDU, se adelantó a la canciller al proclamar el pasado viernes que «el multikulti ha muerto». Siempre en su opinión, Alemania «no necesita más inmigrantes de países con culturas diferentes como los turcos y los árabes», para los que «es más difícil» integrarse.
Merkel interviene en un debate cada vez más enconado y que se encendió tras la publicación por un alto funcionario del Bundesbank, Thilo Sarrazin, de un libro plagado de islamofobia.
Una islamofobia que, según algunas encuestas, comparte más de la mitad de los alemanes hacia una población musulmana de 4 millones de habitantes (el 5% de la población). El 35% opina que Alemania está ahogada por los extranjeros y el 10% añora el regreso de un Führer con «mano de hierro».
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